Revista Cocina

Doña Perfecta

Por Dolega @blogdedolega

Shoes and bags, you can never have too many!

Hay días tranquilos, días estresantes y días como el que yo he tenido hoy.

Después de los sudokus de la semana, a saber:

El Consorte y yo salimos a comprar los regalos del Niño y la Niña que le regalamos nosotros.

La Niña y yo salimos a comprar los regalos del Consorte y el Niño que la Niña les va a regalar.

El Niño y yo salimos a comprar los regalos de la Niña y el Consorte que el Niño les va a regalar.

La Niña y el Niño salen a comprar los regalos del Consorte y míos que ellos quieren regalarnos.

El Consorte y el Niño salen a por los regalos de la Niña y míos que él quiere regalarnos.

Menos mal que el Consorte y la Niña, como van a trabajar juntos, ya han ido a comprar cosas, no sé qué cosas pero no quiero hacer más cruces de datos

Así que para terminar la semana, salgo hoy a todo correr.

Quedan un montón de cosas, por hacer. Encargar el primer plato de la cena de Nochebuena, el postre. El resto ya está comprado y a buen recaudo. El papel de regalo, que no tengo suficiente, las cintas, las tarjetitas en las que ponemos dedicatorias míticas.

Me quedan todavía dos regalos menores para la Niña, pero que le hacen mucha ilusión así que me lanzo a buscarlos. Mi cabeza es un avispero haciendo un simulacro de incendio. Sospecho que voy haciendo algo que siempre he criticado mucho y que siempre dije que nuuuuunca haría y ya se sabe… Creo que voy hablando sola como las locas.

Me duele la espalda, porque llevo todo el día corriendo; la cabeza, porque tengo mil cosas dando vueltas en ella, tengo unas ganas inmensas de terminar y volver a casa. Pero me animo porque ya estoy en el parking, llegando al coche y dispuesta a lanzarme a la autopista como una posesa y llegar a casa y tirar los zapatos por alto, lanzarme boca arriba en la cama y dedicarme a ordenar las cosas que llevo, tranquilamente. Pero claro, el día estaba siendo lo suficientemente estresante como para tener todas las papeletas de empeorar, así que como guinda del día, que no del pastel, me topo, más bien me persigue para saludarme “Doña perfecta”.

¿Quién es Doña perfecta? Pues es esa criatura que tiene una vida tan perfecta pero tan perfecta, que tiene que gritarlo a los cuatro vientos y que además tarda en hacerlo una media de 45 minutos.

Es estilosa, maravillosa, tiene una familia modelo, un trabajo bien pagado, una mente preclara que realiza análisis profundos de la realidad actual del país ¡qué digo del país! Del mundo, ¡Qué digo del mundo! De la mismísima galaxia.

Mira a la gente con una estudiada displicencia y tiene esa ironía que ella piensa que es “fina” para evidenciar la inmensa distancia que la separa del vulgo ó gente normal y corriente.

La veo e intento correr todo lo que mi titanio me lo permite. Veo mi coche, aprieto el mando para abrir las puertas y deseo que un gancho mecánico salga del automóvil y me coja en volandas y me transporte dentro. Arrancaría y pondría el pobre utilitario a cien kilómetros en 2 segundos. Me daría igual que el cuenta revoluciones explotase. Oigo mi nombre y eso me hace correr más, moriré y nadie sabrá cual es la verdadera razón de mi muerte, pero estoy decidida a morir antes de ser apresada por “Doña perfecta”.

No soy merecedora de semejante privilegio. Eso está reservado a personas de un nivel humano, intelectual y social mucho más alto que el mío así que abro la puerta del coche, lanzo las bolsas dentro de mala manera y nunca nadie logró arrancar y poner un utilitario a cien Kms por hora en tan poco segundos.

Acabo de hablar con mi amiga Maya, de los maya de toda la vida y le he dicho que no llego, que tienen que aplazar lo del fin del mundo porque me quedan un montón de cosas por hacer y me ha dicho que sin problema, que ya ha hablado con sus paisanos y que me dejan otros trescientos años.

Le he dado las gracias porque ¡es que no llegaba!

Y se ha ido volando tan feliz cantando 

 


Volver a la Portada de Logo Paperblog