En un momento crucial de la historia de Zamora brilló con luz propia la apasionante figura de Doña Urraca, hermana de Alfonso VI, cuya intensa y azarosa vida es para muchos un completo misterio.
Se le atribuyen grandes virtudes y un fuerte carácter, tanta belleza como nobleza de costumbres. Recta, digna y eterna consejera.

Urraca nació en León, en el año mil treinta y trés, siendo la primogénita del rey Fernando I y de su esposa, la reina Sancha. Siendo la mayor de cinco hermanos: Alfonso, Sancho, García y Elvira.
El rey Fernando repartió sus reinos antes de morir entre sus cinco hijos: a Alfonso le otorgó el reino principal, León; a Sancho le concedió Castilla; el pequeño, García, fue nombrado rey de Galicia; Elvira heredó el señorío de la ciudad de Toro, con consideración de reino; y Urraca heredó Zamora.
Cuando comenzó su soberanía en Zamora, estableció su residencia y fortaleza en los conocidos «jardines del castillo» de la ciudad y en los aledaños de la Catedral de Zamora.
Este reparto territorial, que debería haber sido un acuerdo pacífico, se convirtió en una fuente de tensiones y rivalidades, especialmente entre Urraca y su hermano Sancho segundo, quien intentó apoderarse de los territorios de sus hermanos.
Fue madrina de armas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, quién combatió con Sancho en la guerra que este sostuvo contra sus hermanos Alfonso sexto y García.Siendo investido caballero alrededor del año mil sesenta en la iglesia de Santiago de los Caballeros de Zamora.
En mil setenta y dos, Sancho segundo sitió la ciudad de Zamora, donde Urraca se había refugiado. La leyenda cuenta que durante el asedio, el caballero leonés Vellido Dolfos asesinó a Sancho segundo, lo que puso fin al sitio y permitió a Urraca mantener el control de Zamora.

Así como sobre todos los monasterios del reino, honor que compartía con su hermana, la infanta Elvira de Toro.
Fue una de las consejeras más importantes de Alfonso Sexto, al que siempre protegió y con el que llegó a actuar en la práctica como canciller del reino. Urraca también apoyó a su hermano Alfonso cuando encerró a su hermano García, antiguo monarca de Galicia, en el castillo de Luna, donde terminó falleciendo en el mil noventa.
Estableció su residencia y fortaleza en los conocidos «jardines del castillo» de la ciudad y en los aledaños de la Catedral de Zamora.
Al final de su vida se retiró a un monasterio leonés, donde permaneció hasta su muerte en mil ciento uno o mil ciento trés, a la eded de sesenta y ocho años, según algunos autores.
Recibió sepultura en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León, donde yacen sus progenitores, así como dos de sus hermanos, el rey García de Galicia y la infanta Elvira de Toro.
Doña Urraca de Zamora fue una figura clave en la historia de León y Castilla durante el siglo once. Nacida en una época de conflictos dinásticos, su vida estuvo marcada por su influencia política y su importante papel en la corte real. A lo largo de su vida, Urraca gestionó relaciones complejas con su familia y la Iglesia. Su figura ha sido objeto de estudio y admiración, destacándose en la historiografía como un símbolo del poder femenino en la Edad Media.

Nacida en un periodo de intensos conflictos dinásticos, Urraca se convirtió en una figura clave en la política de su tiempo. Desde joven, su vida estuvo marcada por la intriga y la lucha por el poder, lo que la llevó a desempeñar un papel fundamental en la corte real. Su capacidad para navegar en un entorno tan complejo la convirtió en una líder influyente, capaz de gestionar alianzas y rivalidades. Uno de los aspectos más destacados de su vida fue su relación con su familia. Su habilidad para equilibrar estos intereses la consolidó como una figura central en la política leonesa y castellana.
Durante el asedio, Urraca se refugió en las murallas de Zamora, donde demostró una resistencia admirable. La leyenda narra que, en un giro inesperado de los acontecimientos, el caballero leonés Vellido Dolfos, motivado por razones personales y políticas, asesinó a Sancho segundo. Este acto no solo puso fin al asedio, sino que también permitió a Urraca mantener el control sobre Zamora, asegurando su legado y su posición en la historia.