El otro día estuve haciendo balance con todas las cosas a nivel ginecológico que me han pasado. No es que lleve una doble vida, pero tampoco me quedo corta.
Hoy os contaré que, hace unos 6 años, me sometí a un tratamiento de donación de óvulos. Acudí a una clínica de mucho nombre, y después de someterme a las pruebas psicológicas y médicas, comencé el tratamiento.
Aunque el dinero me venía muy bien, 900€ no sacan a uno de pobre. Lo que si sabía que quería hacer, era aportar mi granito de arena en ese campo. Siempre he contribuido con ONG’s varias y he hecho voluntariado de diferentes tipos. Me gusta ayudar. Y aunque tuve que escuchar varios comentarios cómo “no sé cómo puedes dejar que haya hijos tuyos por ahí”, yo veía que eso no tenía ningún sentido. Hijo mío sería aquel que yo misma criase, y que quisiese, no una persona desconocida que llevase mis genes.
Comencé el tratamiento llevando el aro durante un ciclo. Me vieron un pequeño quiste en un ovario y lo solucionaron con Nuvaring. Después me dieron la medicación, Procrin, para que me pinchase diariamente en la barriga.
Recuerdo que el primer pinchazo lo llevé muy mal, pero los que siguieron fueron bastante bien. Le cogí el truquillo. Iba realizando visitas muy frecuentes a la clínica, y cuando se acercaba el momento de la punción, me llamaron para verme por última vez (era domingo).
Llegué allí, y la doctora (cada día me veía un doctor distinto) dijo que tenía unos 7 folículos en un ovario y unos 7 u 8 (no recuerdo el número) en el otro. No sé, ¡me parecieron muchísimos!
De repente dijo, “Nada, no podemos hacer nada. Espera a que te venga la regla y si quieres repetir, vuelve”. Imaginaos mi careto. Había pasado una cantidad de efectos secundarios horribles (mi compañera de piso lo recuerda perfectamente), desde ataques de ansiedad, lloros descontrolados, sofocos menopáusicos…¡HORRIBLE!
Me explicó que no estaban todos los folículos madurados por igual y que no podían hacer la punción así, por lo que no había nada que hacer. Ahora que sé un poquito más del tema, supongo que exigirán que de una donante se puedan obtener X óvulos para que les salga rentable el tratamiento. Yo no debí serlo en ese momento, y aunque me pudiesen haber extraído 4 folículos, no compensaba.
Con mis 15 o 16 óvulos a punto de estallar me bajé de la camilla pensando “¿dónde voy yo con todo esto dentro?”. Lo único que me dijeron fue, que no mantuviese relaciones sexuales hasta que no me viniese la regla, porque podría ser un peligro para mí si me quedase embarazada.
Entonces supe que no lo volvería a repetir. Para empezar, el trato me pareció muy frío. La psicóloga y la que me hacía los análisis, eran las únicas personas majas. Me sentí como si fuese ganado. No sé, seguramente vayan muchas mujeres interesadas en el dinero, de hecho conozco a varias que han repetido sólo porque necesitaban dinero, pero eso no implica que a las donantes nos tengan que tratar así. De todos modos, no creo que el trato sea así en todas las clínicas, y no creo que sea lo normal, pero esta fue mi experiencia.
Por otro lado, lo pasé muy muy mal con las hormonas, y creo que no hay dinero que pueda pagar esos ataques de ansiedad, y esas depresiones repentinas. Donaría mis óvulos sin pensar, si supiera que no lo iba a pasar tan mal. Incluso lo haría gratis, ahora que estoy un poco más metida en el mundo de la maternidad y he conocido blogs de chicas que necesitan ovodonación. Yo les daría mis óvulos ipso facto.
Por cierto, me dieron 150€ por haber estimulado mis ovarios.
Y aunque digan que estos tratamientos no tienen por qué afectar a la salud de la mujer, no puedo evitar pensar en si esa estimulación ovárica, pudo haberme afectado de algún modo, o si supondrá una limitación si en algún futuro tengo que someterme a algún tratamiento de fertilidad.
Creo que en la próxima visita a mi ginecóloga se lo dejaré caer.