Por María Carla González
Que la escalada agresiva del presidente norteamericano Donald Trump contra Cuba afecta al pueblo cubano en general y no solo al Gobierno de la isla como quieren hacer creer, es ampliamente difundido por los medios de izquierda. Sin embargo, ayer navengando en internet, llamó mi atención que un medio anticubano como “Cuba Encuentro”, publicara un artículo describiendo los problemas que para los “emprendedores” cubanos tienen las nuevas restricciones de Trump.
Bajo el título “EEUU dispara al sector estatal cubano, pero hiere a emprendedores privados”, varios “cuentapropistas” describen cómo sus pequeñas empresas están siendo afectadas.
“Nuestro negocio depende 100 % de los suministros de Estados Unidos. En los últimos cinco meses hemos visto una problemática difícil”, explica Nidalys Acosta, propietaria junto con su esposo de Nostalgicar, dedicado a restaurar autos clásicos para el turismo. “Antes podíamos mandar directamente por barco los materiales inflamables como pinturas y en 30 días estaban aquí. Ahora llevamos esperando ocho meses por un envío que hicimos desde Miami”, cuenta Nidalys.
Este atraso se debe a que para evitar sanciones, algunas navieras prefieren recalar en otro puerto antes de venir directamente a Cuba.
La publicación continua explicando que con Obama ocurrió un histórico acercamiento pero con Donald Trump el bloqueo se ha recrudecido entre otros aspectos con la limitación de los viajes a los norteamericanos. “Si no vienen turistas por las limitaciones que les ponen en su país, eso nos afecta, porque no recibimos ingresos”, dice la empresaria.
Otro negocio, con un 90 % de clientes estadounidenses es el restaurante La Moneda Cubana, muy cerca al terminal de cruceros, principal vía de ingreso desde Miami.
Pero la compañía de cruceros Carnival se convirtió en la primera empresa demandada en tribunales de Estados Unidos por el uso de propiedades nacionalizadas en Cuba tras la revolución de 1959, al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton que estuvo pospuesto más de dos décadas, pero que Trump activó desde el pasado 2 de mayo.
“(Las medidas de Trump) limitan el desarrollo económico de gran parte de la industria turística, va a ser un impacto en el sector cuentapropista, muchos dependen del turismo americano”, explica Miguel Ángel Morales, propietario del restaurante.
Otra arista del análisis son las afectaciones para viajar a EE.UU. Muchos cubanos aprovechan la visa estadounidense por cinco años facilitada por el gobierno de Obama —y la cercanía— para abastecer sus negocios. Pero Washington ahora sólo la concede por tres meses y un solo ingreso. “A quien se le vaya venciendo la visa va a tener que buscar otras alternativas”, considera.
Otra de las entrevistadas fue la estadounidense Rita McNiff, quien dirige la agencia de viajes Like a Cuban, con oficinas en Nueva York y La Habana, que ofrece recorridos por el país en combinación con la estatal Havanatur.
Sus compatriotas sólo pueden venir a Cuba bajo 12 categorías, vinculadas con la cultura, educación o la ayuda social, además tienen prohibido comerciar con las instituciones turísticas cubanas sancionadas por Estados Unidos. Muchos viajan bajo la categoría “apoyo al pueblo cubano”, duermen en casas particulares o a bordo del crucero en el que llegan.
McNiff recuerda que, en 2017, cuando Trump empezó con sus medidas contra Cuba, hubo cancelaciones fuertes. Ahora no ha visto esa reacción, pero sí desinformación.
Explica que en enero un grupo de operadores que trabaja el destino Cuba participó en el New York Times Travel Show. “En uno de los paneles teníamos a 200 agencias que no sabían que todavía se podía viajar a Cuba”, cuenta.
“Puede ponerse peor, más confuso de lo que está (…) y por eso muchas agencias ni siquiera se preocupan de mandar a sus clientes” a Cuba, agrega.
Todos estos argumentos demuestran lo errada que está la política del actual presidente hacia nuestro país. Está siendo influenciado por posiciones anticubanas de la ultraderecha que no representan los intereses del pueblo norteamericano, ni los deseos de las nuevas generaciones de cubanos radicados en EE.UU. Sus acciones perjudican los propios intereses estadounidenses y a la familia cubana.