Por J.M. del Río (colaborador de la Santamambisa)
El magnate inmobiliario devenido presidente de los EE.UU pronunció un irrespetuoso discurso ante la Asamblea General de la ONU. No sería correcto decir que “habló”, lo más atinado sería aseverar que “ladró”. Se presentó ante ese magno concilio como si fuera el dueño del mundo. “Lo que no es bueno para los EE.UU, no es bueno para el mundo” e inmediatamente crítico a “muchos regímenes representados en esta Asamblea, que apoyan al terrorismo”. Por supuesto que no se auto incluía en ese grupo de “chicos malos”, ni implicaba a sus “aliados” en algunas de sus correrías imperiales.
Claro que de sus ladridos podríamos inferir que este “cruzado” moderno no siente respeto ni por sus propios “aliados”, cuando afirmó que “EE.UU será siempre un aliado del mundo, aunque no podría tratarse de un alianza en que EE.UU no reciba algo a cambio”. Como buen capo de supremacistas blancos, al iniciar su discurso puso sobre la mesa su colt 45. “Nuestras fuerzas armadas serán las más poderosas que hayamos tenido en tiempos de paz y de guerra”. Dicho eso comenzó a desvariar sobre la necesidad de la paz en el mundo, ¡tamaña contradicción!
Para este troglodita devenido mandamás del imperio, la paz se logrará imponiendo criterios con su poderío económico y militar. Por tales razones arremetió con furia contra los gobiernos de Corea del Norte, Siria, Irán, Cuba y Venezuela. Se sabe que para embestir contra Cuba y Venezuela se retroalimentó oportunamente en una reunión previa, que sostuvo la noche anterior con los presidentes de Brasil, Argentina, Colombia y Panamá, representantes de la derecha continental.
En su perorata dijo algunas barrabasadas condimentadas con falsos testimonios sobre cuya base trazará su política anticubana y anti venezolana. “No vamos a levantar las sanciones contra Cuba” y «vamos a imponer nuevas sanciones contra el régimen “anti democrático” del Presidente Maduro». Es decir que con relación a Cuba se van a “limpiar el trasero” con la resolución que seguramente aprobará la Asamblea General de la ONU, condenando una vez más el infame bloqueo económico y financiero contra Cuba y en cuanto a Venezuela, le importa un bledo que un grupo de naciones del continente, incluyendo algunos de sus supuestos “aliados”, están promoviendo el diálogo entre la apabullada oposición derechista y el Gobierno democráticamente electo de Nicolás Maduro.
Por otra parte, este buscapleitos internacional, habla de Paz en la ONU y en realidad incrementó a más de 700 mil millones de dólares el presupuesto militar de los EE.UU, envía nuevos contingentes de tropas norteamericanas a Afganistán, amenaza con “destruir a Corea del Norte”, anuncia su rechazo al acuerdo firmado por administraciones anteriores con Irán; en fin, que en vez de fumar la pipa de la paz, desentierra el hacha de la guerra y trata de imponer sus criterios imperiales a todos los países del mundo.
Y mientras decía todo esto olvidó mencionar los efectos nocivos del cambio climático y de la arrogante postura asumida por su administración en ese sentido, así como tampoco señaló los estragos causados por recientes huracanes en su propio país y en la zona de las Antillas, precisamente como causa directa de ese cambio climático.
Referente a Cuba ya se observan oscuros nubarrones en las escabrosas relaciones bilaterales. Se han escuchado incluso amenazas de cierre de embajada. El magnate pretende volver a la fracasada política que nos han impuesto por más de 50 años. ¿Qué vamos a hacer? Yo propongo lo que decía mi abuelita: “A un clavel que se deshoja, buscarle una vieja coja, que se entretenga con él”.
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