Siempre seré un abanderado de La Latina más histórica, un entorno por el que supone una auténtica delicia pasear bajo este amable sol que tenemos estos días sobre Madrid, hoy sin ir más lejos pienso acomodarme sobre sus aceras para fotografiar sin prisas este escenario de la Villa. Cuando uno camina por aquí siempre lo hace con la sensación de que, por mucho que observe e intente retener en sus recuerdos, La Latina vale más por lo que calla que por lo que nos cuenta. Secretos de Madrid que subyacen de puertas para adentro, sólo perceptibles para unos pocos afortunados.
Esto es exactamente con el secreto del que damos buena cuenta en esta ocasión. Para dar con él hay que desplazarse hasta la Calle Redondilla, junto a la Plaza de la Paja. Esta vía es conocida por poseer unos de los más claros ejemplos de Casas a la Malicia de la ciudad (aquel tipo de ingeniosa construcción que se inventaron los madrileños para 'esquivar' la Regalía de Aposento). Es en la intersección con la Calle de los Mancebos, en el Número 13, donde nos damos de bruces con una edificio de piel rosácea de ladrillo y alma de negras forjas. Una casa que sólo con verla ya desprende un histórico aroma, de los que tanto nos gustan.
El edificio , que perteneció al Duque del Infantado, es una casa de viviendas y cobija una fantástica singularidad y es que en su interior podemos encontrarnos con la corrala más antigua de Madrid. Esta casa- corredor se levantó en el año 1711 por Teodoro Ardemans, a quien también le debemos otras notables presencias de Madrid como la Casa de la Villa. La capital es conocida por este tipo de viviendas, Madrid y sus corralas siempre han ido de la mano, en estas galerías vecinales se han aglutinado una cantidad inimaginable de recuerdos y momentos y la más veterana de todas descansa dentro de esta casa, en la Calle Redondilla.
Foto de treserantres.wordpress