Si analizamos el escenario político actual y la historia de lo que llamamos progresismo, los progresistas no están ni en la Alianza y ni en la Concertación. Lo cierto es que el progresismo perdió las elecciones el 13 diciembre pasado.
La batalla en torno al concepto de Progresismo, indica que en la política hay una crisis, una fractura en el contorno y el discurso habitual en el que se enmarcaban las identidades políticas (derecha e izquierda) de antaño, debido a que hoy los actores políticos tienden a mantener el statu quo.
Ante esa dislocación los actores políticos tratan de hegemonizar los significantes, que ahora vacíos y sin contenido, parecen un globo que es peleado por niños de cumpleaños.
Todos se declaran progresistas o defensores de sus principios. Lo cierto es que lo que llamamos progresista es una posición que se define por su posición crítica frente al poder, y no necesariamente por los métodos, como Cesar Barros en Que Pasa, planteó hace algunos días.
Si analizamos el escenario político actual y la historia de lo que llamamos progresismo, los progresistas no están ni en la Alianza y ni en la Concertación. Lo cierto es que el progresismo perdió las elecciones el 13 diciembre pasado.
¿Es el progresismo de derecha o izquierda?
Si analizamos la historia de lo que llamamos progresismo (con ello la nomenclatura izquierda y derecha) éste se relaciona con quienes, sentados a la izquierda en la Asamblea Legislativa Francesa, eran los radicales que se oponían al retorno al Antiguo Régimen. Demás está decir que quienes estaban a la derecha eran partidarios de la monarquía y la aristocracia caída en desgracia, no por un tema de buena fe, sino para mantener privilegios.
Así, Bastiat (autor ahora considerado de derechas por defender el libre mercado) estaba sentado junto a Proudhon (mutualista y anarquista) en dicha ala izquierda de la asamblea. Ambos eran progresistas porque se oponían al antiguo orden monárquico.
En el fondo ambos se oponían a una estructura de privilegios y buscaban la mayor libertad e igualdad, porque entendían que cualquier orden social y cualquier tipo de gobierno pueden derivar en fuente y sustento de abusos y privilegios, ya sea como dictadura (de ahí las discusiones con Marx) o como capitalismo (que no es lo mismo que libre mercado, donde el Estado privilegia por la fuerza y la usura a las grandes empresas y grupos de poder, denegando el Libre Mercado). Por lo mismo, también tendían a oponerse al imperialismo, la guerra, la conscripción obligatoria y la esclavitud.
A esa posición ante el poder, se le llamaba progresismo, cuyo polo opuesto era lo que algunos llaman conservadurismo. En el fondo el progresismo se opone al privilegio y la concentración del poder sea cual sea el carácter de un orden social o de gobierno.
Los progresistas ¿Dónde están en Chile?
A principios de los 90´ -y como recuerdo para los desmemoriados- ser de derecha era ser defensor del continuismo, de la perpetuación de un mismo gobernante por 8 años más y la institucionalidad autoritaria impuesta. La derecha no era defensora de la alternancia en el poder ni la competencia política sino de la continuidad máxima y del autoritarismo.
Por otro lado, la centro izquierda, que quería sacar a quien había gobernado sin interrupción por 17 largos años, luego de 20 años y de mantener gran parte de la institucionalidad previamente criticada, parece también haber caído en las lógicas y vicios que la permanencia en el poder genera. Hoy son en su mayor parte defensores del statu quo vigente.
Si analizamos con detenimiento, en el fondo y con matices, en casi 40 años, ambos sectores han asegurado una institucionalidad que avala la concentración del poder de una creciente partidocracia, basada en la desconfianza en los ciudadanos y la sociedad civil en general.
Ambos sectores también, han camuflado un capitalismo de amigotes, con un discurso de libre mercado. Así mientras hablan de libre mercado y libre competencia, han llevado a cabo privatizaciones basadas en la afinidad con el gobierno de turno como lo hizo la derecha durante la dictadura, o han aprovechado el monopolio estatal de algunas empresas para contratar a sus propias agencias privadas de asesorías, como lo ha hecho la centro izquierda.
Si entendemos que el progresismo se opone al privilegio y la concentración del poder que cualquier régimen avala, sea cual sea el carácter del orden social o gobierno, claramente los progresistas no están ahí.
Como antaño, el antiguo régimen nos impone sus pocas opciones y así como siglos atrás, si no aceptamos a ninguna, entonces nos acusan de estar contra el rey.