Publicado originalmente en ellibrepensador.com
Existen multitud de estudios que determinan que un mileurista, básicamente trabaja de enero a junio para pagar impuestos. Conforme aunmenta tu renta, aumenta tu IRPF y por lo tanto el porcentaje de tu trbabajo que se embolsa el Estado, crece con los tramos. Bien está preguntarse ¿dónde está mi dinero?
Ayer mismo, en mi tierra valenciana ocurría que trabajadores cuyo sueldo depende directamente del Estado, protestaban porque no cobran. Las farmacias tampoco cobraban, las librerias, que tienen un bono para hacer frente a los libros de texto, no cobran, las escuelas concertadas no cobran y amenazan algunas ya con el cierre, yo mismo, soy acreedor de mi propio gobierno en cantidades superiores a las que me reclama por impuestos varios.
Si tu administraras así tu casa, no tendrías casa. Son unos pésimos administradores. Aquí en Valencia no vale el fueron los otros. Entonces.. ¿por qué los aguantamos? ¿Mis paisanos están obnubilados? Les otorgan mayoría tras mayoría, para que esquilmen las arcas púlicas absolutamente. Cualquiera que administrara con tan pésima diligencia estaría en la calle, ya fuera en su empresa o via embargo bancario.
Me dirás que es muy complejo el funcionamiento del Estado. Más a mi favor. Invito a todo el mundo a reflexionar. ¿Alguién puede decirme para que sirven estos señores que gerencian mi devenir? ¿Qué aportan? ¿Cual es su valor añadido? ¿Por qué son tan buenos que merecen llevarse la mitad de mis ganancias? Personalmente, cuanto más lo pienso menos los necesito. No existe absolutamente nada que me de el Estado, que no se pueda encontrar en el mercado, de forma libre, con menos intermediarios, y a un precio razonable. Es más, con la ventaja añadida de que si no me gusta lo que elijo, no tengo que esperar cuatro años a que cambie el tema (o no, que a veces hay que seguir tragando con los mismos). Piensalo.
No me vale aquello de quien arreglaría el alumbrado público o barrería las calles. De la misma forma que hay administradores de fincas, podría haberlos de barrio, y cuando el administrador de mi finca, se pasó de la raya lo mandamos a pastar. Admistradores de fincas los hay buenos, malos y regulares, pero los de la finca de todos, Estado de nuevo, son absolutamente unos patanes.
Hace siglos pocos vivían sin la esperanza de un más allá divino. Hoy son muchos. La esclavitud acompañó a la humanidad, hasta que dejó de hacerlo. Parece que en las empresas ya no cunde el error del esto siempre se ha hecho así. Y poco a poco somos más los que salimos de entre los árboles y vemos un bosque. Un bosque que tiene escrito en letras bien gordas: No los necesitas. No necesito a nadie que me diga lo que debo hacer y me corbre la mitad de lo que gano. No necesito a nadie que me gerencie contra mi voluntad y me asalte diariamente llevándose mi sudor.
No necesito al Estado. Y tú tampoco.
Este es el único estado al que rindo pleitesia