Revista Cultura y Ocio

¿Dónde estabas tú?

Publicado el 07 julio 2014 por Isabel Isabelquintin

¿Dónde estabas tú?
Después de recorrer este camino largo y escabroso que ha sido mi vida,  y luego de recordar por los rincones ciertos momentos que es  mejor esconder, me he sentado frente a este inmenso mar y he pensado en ti.
Trato de encontrar las razones que me hacen quererte  así, de esta manera tan egoísta e imprudente. Quiero entender cómo lograste cambiarme la dirección del barco aunque aún no llego a tu puerto, hasta el viento me dirige a tu dirección.
Las olas vienen y abrazan la playa con una suave caricia, perfecta y medida y no puedo evitar imaginar tus manos y tus caricias en mi piel.
Poco a poco el tiempo ha pasado y los días se han juntado en meses que ya hacen años sin que logre entender porqué sigues aquí, ¿qué ves en mi?, o ¿que quieres de mi? Para ofrecerte no tengo mucho, nada que tu no tengas. Debería hacerte una oferta sentimental dónde te prometa amor eterno, caricias infinitas y besos que te hagan volar. Y no es que no pueda hacerlo. Sólo es que no sé si debo.
Es aquí dónde entiendo porqué el mar va y viene a la playa y porqué jamás se queda... Y es que tiene miedo de prolongar esa cercanía, tiene miedo de que la pasión de sus olas afecte a alguien más, miedo de destruir esa playa y que todo termine.
Yo también tengo miedo, miedo de no lograr cumplir promesas y por eso me niego a hacerlas.
Y al ver el atardecer, le pregunto al cielo ¿Dónde estabas tú? Porqué no apareciste en mi vida antes de convertirme en esto que soy. Antes de que el miedo y la inseguridad se hicieron más grandes que amar y entregarme de nuevo.
No puedo evitar el deseo de borrar el pasado y así lograr la libertad de amarnos y dejar nuestras vidas volar.
Y es justo por el pasado que estoy atada al miedo y es la razón por la que huí de todo y todos, para venir a instalarme en la soledad del océano navegando sin rumbo a nadie a quién dañar ni que me haga daño.
Sin embargo descubrí, que hasta en los confines de la tierra, la tentación hizo de las suyas y me tiene aquí anhelando tus abrazos, necesitando tu piel y tus besos. Y peor aún imaginando los días junto a alguien que no he visto jamás; que solo con sus letras y su sonrisa fija en mis labios, me hace existir.
A veces creo que al verte, el miedo puede desaparecer. Que al hacerte real, el pasado se haga un espejo nublado.
Tuve que llegar hasta aquí, tuve que recorrer sola este camino, tuve que quitarme las ilusiones y los deseos y tocar tierra. Tuve que sentir lo humana y terrenal que soy para que llegaras y me llevaras de nuevo por el camino que desande. Para que volvieran las sonrisas en los sueños dónde estás tú.
― ¿Dónde estabas? ― Pregunté.
― Te esperaba sin saberlo, porque no soy dueño del tiempo ― Respondiste.
Isa Quintín&version;
¡Gracias por leer!

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