Actualización: 14:36 LO ENCONTRAMOS. OS CONTARÉ MÁS DESPUÉS.
Cuando escribí la carta de Caos para el único dueño que tuvo ese perro, juré que no lo haría más, que no habrían más cartas, ni textos, ni crearía nada que volase con la fuerza de las lágrimas de una historia compartida.
Qué razón tenía aquel falso mensaje atribuido a un jefe Seattle que decía: «¡Qué horrible es la vida sin animales!» Y qué necesarios son. Entre todos mis animales, a quien más unido creía estar era a mi perra Dana. De algún modo, Dana ha sido como una de esas hijas asombrosas que te enseña que tú puedes con todo; porque Dana es la que llegó cuando se fue mi padre, así que fue tanto alivio como responsabilidad, tanto compañera como cómplice. Me equivocaba; porque, en realidad, no hay favoritos en este tipo de tratos, y lo recordé el jueves, cuando me rompieron el corazón.
Pero los gatos… los gatos son distintos. Un gato te elige, no te necesita. Y eso hicieron tres hermanos, que luego bautizamos con nombres que ni tan siquiera precisan ellos. No los encerramos: nunca. ¿Cómo podíamos? ¿Cómo invitar a un animal a caminar junto a ti y después encadenarlo?
Si no hay carta, quizá os preguntaréis qué viene a continuación. ¿Faltar a aquello que perjuré en silencio y escribir otras líneas con las que despedirme de un animal? ¿Contaros su historia para que él viva en la literatura y no solo en mis sueños? ¿O quizá enviar una súplica a aquella persona que se encariñó de mi gato? Rogarle que me haga llegar esa respuesta que necesitamos, que me diga qué pasó, que se arrepienta y que lo traiga de vuelta, proclamando que lo ha encontrado lejos de casa, y yo me fuerce a creerle o creerla; que me salve de esta vorágine de apatía, egoísmo y desconfianza hacia el mundo. Sabiendo que la muerte siempre es la cara más negra, más siniestra, más trágica, pero saberlo… Saberlo sería poder volver a intentarlo; a confiar, a ser yo…
A fuerza de escuchar, ya solo oigo maullidos en la noche; y veo tus ojos verdes a cada vuelta, en cada recodo; a cada paso. No me entenderán, mi gato negro, pero yo me ahogo en la bilis que me produce el error de haberos ofrecido toda la libertad que os merecíais, de no haberos hecho entrar en casa, a salvo de los castigos y los deseos de este imperfecto planeta.
Adiós, mi gato negro. Quiero pensar, creer, que un día aparecerás de nuevo, ronroneando en nuestra puerta, volviendo al hogar, a tu familia, a tu mundo; al mundo del que tú eras una parte imprescindible, y del que ahora siempre serás eterno.
Hasta siempre, mi gato negro, que desapareciste de la forma más dolorosa que se me ocurre; sin poder despedirte ni llorarte de cerca.
¿Dónde fue a dormir mi estrella? ¿Al verde?, ¿al negro?, ¿al gris? Mi gato negro, soñaré contigo hasta que vuelva a verte, o hasta que ya no sueñe más.
Colaboración para buscar a Teo
Lanzamos la iniciativa popular #VuelveTeo. NO NOS RENDIMOS:
Teo está enfermo: necesita medicación diaria y un pienso especial.
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Estamos organizando batidas de búsqueda entre animalistas por las zonas cercanas donde Teo desapareció (Can Castany, Can Pi, Cervelló, etc.). Consulta este mapa para saber las zonas más cercanas a donde nuestro gato se perdió.
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Se agradece cualquier tipo de ayuda: imprimir y pegar carteles (imagen 1), compartir su foto y nuestros teléfonos (imagen 2; en JPG; también PDF), acompañarnos en batidas de búsqueda, ofrecer información útil; y si no eres de Cervelló/Vallirana, del Baix Llobregat o de Barcelona, puedes compartir la historia en Facebook y Twitter. ¡G-R-A-C-I-A-S! (¡vamos a encontrarle!)
Tenemos muchas razones para creer que alguien se ha llevado a Teo de casa: solo queremos a nuestro gato de vuelta y se retribuirá con el dinero a cualquier persona que lo traiga y desee aceptar los 1000 €.
Puedes consultar más fotos de Teo aquí, aquí y aquí (más joven).