Hoy vino a verme, yo no la llamé, se presentó en mi casa.
– Mi nombre es Soledad, dijo desde la entrada
Me dio la mano y un escafrio me recorrió la espalda.
-¿Te puedo llamar Sole? dije, y ella siguió callada.
Es tímida, pensé y un poco áspera, en una palabra es rara.
No digo buena ni mala.
– Bueno y que quieres?, le pregunte, sin atreverme a mirarla.
Otra vez nada solo el silencio y esa mirada suya que te arrebata el alma.
Yo había oído hablar de ella, oí que a veces la buscas y no viene, es terca y obstinada.
Y que amenudo sin llamar a tu puerta se te mete en casa.
Así empezó la soledad a dar vueltas por la sala dejándome con el gesto triste …
… y una cara más larga!!!
Una idea me asaltó …
… ¿y si decide quedarse a vivir conmigo?
No es por nada. pero es frívola, maleducada ….
… y fea … y antipática.
Reuní todas mis fuerzas, pues iba necesitarlas. y me puse para la ocasión muy guapa .
Y en ese día le conocí, sencillo y tranquilo, bueno y cariñoso.
Cuando regresé la vi salir de mi casa, iba deprisa y sin decir adiós se alejo de mi y de mi vida.
No fuimos amigas más nada malo diré, solo que según vino se fue.
Así te digo que:
“no temas la soledad.
si deseas vivir con ella es tan callada que no la oirás,
pero si no la quieres …
… echala.
Hazte valiente tu la puedes ganar.”