Llevo pocos años trabajando junto a infancia y adolescencia en riesgo de exclusión social; durante este tiempo he visitado más de dos docenas de centros educativos tanto de primaria como de secundaria en capitales con un amplio volumen de población, tanto nacional como extranjera, de primera y se segunda generación de immigrantes, con zonas de diferentes niveles socioeconómicos.
Es evidente que a partir de aquí no se puede generalizar y me gustaría contar con la opinión de otros compañeros de profesión en vuestros comentarios. De todos modos mi experiencia me dice que las demandas de servicios como el refuerzo escolar, la logopedia, la asistencia de un/a psicólogo/a o la psicomotricidad han aumentado exponencialmente en los últimos años, no solo en zonas acuciadas por problemas económicos, altos niveles de paro y servicios sociales desbordados.
A pesar de ello, cuando asistimos los diferentes profesionales a las demandas planteadas por los claustros o equipos directivos nos encontramos que detrás de muchas de ellas no existe o tiene uns efectos residuales los presuntos trastornos, aunque sí observamos un déficit de estimulación tanto a nivel cognitivo como físico que motivan o aceleran el resto de posibles dificultades. Y me refiero a la población en general, sin entrar en aspectos culturales, aunque también es un elemento a tener presente en nuestros análisis.Las consecuencias de este déficit de estimulación son, entre otros, la pobreza en el vocabulario para lo que correspondería a su edad, problemas tanto en la psicomotricidad gruesa como en la fina, dificultades de la atención y concentración, injerencias en el aprendizaje, dificultades para socializarse, retroceso con las habilidades intelectuales, dificultad para integrarse a la sociedad de forma eficiente, mal manejo de las emociones o deficiente auto-control, baja autoestima, timidez extrema... es decir, que afectan al desarrollo psicológico, emocional y social de los individuos, pudiendo derivar, en problemas mayores durante la etapa de la adolescencia.
Seguramente elementos como la ausencia de conciliación familiar en el mundo laboral, una baja cualificación académica de los padres o poca presencia de elementos positivos en el estilo parental influyan, pero no siempre existen estas características y la presencia de carencia estimulativa también es evidente.Quizás realidades como la incorporación a edades cada vez más tempranas de las pantallas tenga su papel al igual que la baja tolerancia a la frustración por parte de todos (infancia, adolescencia y adultez) o la imperiosa necesidad de vivir rápido y no tener la sensación de "perder el tiempo" en aspectos poco "productivos" pero...¿Se está infravalorando la importancia de leer con tu hijo/a cada noche? ¿Jugar en el parque? ¿Estimularle con dibujos entorno a la ciencia, la sociedad, la literatura...)? ¿Se sigue entendiendo que no es tanto la cantidad de tiempo que pasas con ellos como la calidad de ese tiempo?
No es extraño ver en los restaurantes a padres que para que el niño/a (a veces bebé) esté entretenido le dejan el móvil, un "artilugio" que no deja de sorprender que sepan utilizar mucho mejor que algunos adultos de mediana edad.No creo que sea pecado ni inmoral (perdonad la exageración) pero ¿no es posible que también se distraiga con un libro en 3D, con unas piezas y que monte una pequeña creación, unos papeles y unos colores para que dibuje o pinte, un pequeño puzzle y que lo monte?Recordemos que..."La estimulación o atención temprana consiste en proporcionar al bebé y al niño las mejores oportunidades de desarrollo físico, intelectual y social para que sus capacidades y habilidades le permitan ser mejor de lo que hubiera sido sin ese entorno rico en estímulos intelectuales y físicos de calidad” (Fuente: Wikipedia)Y añado: sobre todo en el periodo 0-7 años, cuando el cerebro es más moldeable y adaptativo a los nuevos elementos que le llegan.No hablamos entonces, de grandes recursos, juguetes carísimos o gimcanas al estilo pista americana sino de introducir pequeños elementos de estimulación que ayuden a un correcto desarrollo del ser que esta creciendo junto a nosotros. Y si dudamos de cómo hacerlo y cuáles son las mejores opciones, la sociedad cuenta con un amplio abanico de profesiones que nos pueden ayudar: magisterio, pedagogía, trabajo social, psicología, logopedia, psicopedagogía y por supuesto... ¡EDUCACIÓN SOCIAL!