Revista Diario

Donde radica la felicidad

Por Sandra @sandraferrerv
Donde radica la felicidadDespués de sumergirme en varias lecturas apasionantes sobre la historia de las mujeres me he dado cuenta que ésta ha sido una historia ligada a la conciliación de múltiples facetas de la mujer. La conocida como "doble carga" doméstica y laboral, su naturaleza como madre, protectora de la familia y puntal del hogar. Su interés por la cultura, el mundo intelectual y profesional... La mujer no sólo se ha visto ligada a su naturaleza como responsable de gestar la vida en su propio seno, sino que, por su deber en el hogar, se ha vido relegada socialmente a un mundo alejado de la cultura y el desarrollo intelectual, científico, filosófico, y un largo ectcétera.
La tensión entre todas las naturalezas de la mujer ha sido el verdadero problema del mal llamado sexo débil. A lo largo de la historia ha habido mujeres que han aceptado su papel de madres asumiendo todo lo que conllevaba dicho papel de sumisión doméstica y social, mientras que muchas otras, las que, por otro lado han escrito tímidas páginas de la historia por su carácter "excepcional" se han rebelado contra su naturaleza más pura y primitiva, ser madres.
El hecho de que las mujeres se hayan rebelado a lo largo de la historia para "huir" de su único rol de madres se puede deber a algo que la escritora y feminista francesa, Beatrice Marbeau-Cleirens, dijo en los años 60: puesto que la mujer tiene la capacidad de ser madre, se ha deducido no sólo que debe ser madre, sino que no debe ser otra cosa que madre y que no puede encontrar felicidad en nada que no sea la maternidad1.
Es curioso que muchas mujeres excepcionales que lucharon por encontrar la felicidad más allá de la maternidad, al final de sus días se dieron cuenta de lo mucho que habían luchado y perdido por el camino. Ya cité hace unos días las maravillosas palabras de Eleanor Roosevelt, pero hubieron muchas más.
El caso de Marie Curie, la gran científica del siglo XX es revelador. Marie Curie tuvo la gran suerte de poder ser madre y una investigadora excepcional cuyo trabajo le llevó a conseguir hasta dos premios Nobel. Pero a pesar de todo ello, Curie hizo esta reflexión: No es necesario llevar una existencia tan antinatural como la mía, lo que yo deseo para las mujeres y las jóvenes es una vida familiar sencilla y algún trabajo que les interese2.
Marie Curie fue de las pocas mujeres que consiguió "tenerlo todo", una carrera de éxito y la posibilidad de tener una familia. Pero como ella, otras también sufrieron las tensiones que querer abarcar todas esas facetas.
Las palabras de Edith Summerskill, miembro del Parlamento inglés a mediados del siglo XX, son palabras muy actuales, que bien podrían hacerse suyas muchas mujeres profesionales que pasan largas horas fuera de casa. Esto le escribía a su hija Shirley en 1955:
Lo recuerdo bien, cuando tú y Michael teníais alguno de los típicos problemas infantiles de salud y yo estaba obligada a quedarme en la Cámara de los Comunes durante una larga sesión, cómo se alejaba mi mente del orador y cómo salía sigilosamente a telefonear a Nana para que me diera las últimas noticias. Las mujeres tienen sus reserva físicas y mentales drenadas cada día por las exigencias de sus sentimientos más nobles: su entrega amorosa y su devoción a sus familias. 3
Al final, la pregunta es siempre la misma: ¿Dónde radica la felicidad de las mujeres? ¿En nuestra capacidad natural de ser madres? ¿En nuestra capacidad intelectual de poder llegar a ejercer cualquier profesión igual que un hombre? ¿En conseguirlo todo?
Mi opinión personal, después de leer testimonios y vidas de grandes mujeres es que muchas de ellas siempre renunciaron a algo. Y es curioso que la historia pocas veces recoge las vidas de mujeres que fueron felices siendo simplemente madres. Solamente tienen un lugar reservado en las páginas de los libros aquellas que de manera muy excepcional lo consiguieron todo, aunque sufrieron por el camino, o aquellas que directamente renunciaron a su naturaleza maternal.
¿Conseguiremos algún día la fórmula magistral?
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1. Historia de las mujeres, una historia propia, Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser, pág. 705  2. Ídem, pág. 6713. Ídem, pág. 706

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