Hace tiempo que no salgo de mi "zona de confort" en cuanto a lecturas y ya tocaba variar un poco el registro. De mi lista de libros pendientes, de entre los de temática algo diferente a lo que más leo, elegí éste, uno de los dos que me quedaban por leer de esta compra de mercadillo de hace unos años. Ahora que releo la entrada, resulta que me salió gratis, olé por mí.
El libro pertenece al sello Gran Angular (e incluso fue premiado ese año), libros juveniles pensados como lecturas recomendadas para instituto. De este sello he leído algunos que me han gustado mucho como Como bola de nieve o Maldita adolescente y otros que no han estado muy allá como Un lugar para mí. Veamos en qué grupo sitúo el de hoy. ArgumentoAlex tiene 18 años y es un aficionado a un juego online llamado Camelot. Una noche, un usuario desconocido le envía un enlace y unas claves que, supone, debe ser por error por haberle confundido con otro. La curiosidad le lleva a ver qué hay tras ese extraño link y lo que ve es tan brutal que acaba vomitando. Sin haberse recuperado, se produce un apagón y escucha la puerta de su casa...
Dos semanas han pasado y nadie sabe nada de Alex. Dejó una nota en que decía que se iba de casa, que iba a empezar de cero en otro lugar. Tras comprobar que la letra era suya, el caso policial quedó cerrado y hasta sus mejores amigos Gabriel, Lucía y Mateo empiezan a creer en esa versión. Sin embargo, cuando Gabriel recupera su móvil, que lo había perdido el mismo día de la desaparición de Alex, descubre que tiene una serie de llamadas de su amigo. Cinco llamadas en menos de cinco minutos pasada la medianoche del día de su desaparición. Algo le dice a él y a sus amigos que eso no es normal, que esa insistencia era producto de algún miedo y no una despedida antes de irse. Convencidos de ello, recurren a Garcés, el inspector a cargo del caso, y empiezan a investigar por su cuenta. No saben que están a punto de descubrir secretos muy oscuros escondidos bajo la bella ciudad de Zaragoza.ReseñaEl libro tiene sus virtudes y sus defectos, como es inevitable. En general, la lectura ha sido entretenida, atrapante incluso por momentos, pero tiene varias pegas importantes.
La primera gran pega es que es tremendamente predecible. Una vez encajadas un par de piezas, se ve todo el armazón que hay detrás y no es ninguna sorpresa saber, por poner un ejemplo, que un par de personajes secundarios forman parte de "los malos". De hecho, también se ve venir de qué va toda la historia antes incluso de saber lo que vio Alex y le llevó a vomitar, que en el primer capítulo no dicen qué está viendo. Por cierto, al hilo de esto, habría estado un pelín mejor empezar la historia sin el capítulo de Alex. Haber acompañado a sus amigos en sus descubrimientos sin saber nada al menos habría mantenido un poco más de intriga.
Otro punto flojo es que, aunque la trama entra dentro de lo realista, por momentos resulta demasiado fantasiosa. Se pierde la credibilidad de lo que sucede y hay bastantes elementos que, a la que te pares a pensar en ciertos detalles, ves que no funcionarían o serían imposibles. Por ejemplo, que Alex no sea el único joven que desaparece y que se hayan acumulado un buen número de desapariciones de jóvenes de la misma ciudad, incluso del mismo barrio, sin que se haya levantado ninguna voz de alarma por mucho que hubiese una persona en la policía tapando las desapariciones. No sé, ¿no hay periodistas locales que investiguen? ¿Viviendo tan cerca no habría familias que se conociesen?
Tampoco se pueda decir que los personajes sumen a la historia. Son absolutamente planos, anodinos y sin personalidad. De hecho, el autor los caracteriza como "el intelectual" (Gabriel), "la informática" (Lucía) y "el pijo" (Mateo). Y de dichos arquetipos no los saca, llamándolos así continuamente, sobre todo a los dos chicos, cosa que no podría chirriar más cada vez que lo leía. Es un libro en que prima la acción, no la profundización en los personajes, pero aun así, es muy pobre lo que ofrece de ellos. Además, por momentos hablan de una forma muy artificiosa y pedante, fuera de tono, y por momentos con un lenguaje pretendidamente juvenil que da un poco de grima.
En cuanto al "malo final", cae en el clásico cliché de villano que subestima a los protagonistas, que les deja vivir más de lo que la lógica impondría y que incluso se pavonea explicando sus planes para así dar tiempo a que las cosas se le tuerzan.
No obstante, como decía antes, es un libro que te motiva a seguir leyendo a pesar de todos los problemas que tiene. Aunque es juvenil, lo cierto es que tiene escenas realmente macabras y momentos de bastante tensión bien lograda. Quieres llegar al final y saber si Alex sigue vivo y/o si morirá algún personaje relevante durante el desarrollo.
Los libros de Gran Angular, pensados para instituto, suelen tener de fondo algún tema polémico del que hacer reflexionar en clase y debatir. Aquí está la cuestión de la seguridad online, de no fiarse de contenido de desconocidos ni abrir nada que no provenga de una fuente fiable. Supongo que no está de más recordar estos mensajes a adolescentes que no saben los peligros que hay en redes y quién está al otro lado. Más cuando el libro es de 2006 y ya se había expandido a gran escala el uso de Internet entre esas edades. Que parta de un juego online resulta un tanto cliché manido, eso sí.
Con mi edad, no soy el target de este libro y quizás ahí esté la clave. Para adolescentes puede ser una opción a considerar para adentrarse en la lectura de historias de suspense con un puntillo de terror, pero a poco que se tenga cierto bagaje, ya sea de series o películas del género, pronto se verán las costuras. Me ha dado unas horas de lectura entretenida y ha tenido algunas escenas y situaciones potentes, por lo que no ha sido una pérdida de tiempo absoluta, pero quedo muy lejos de recomendarlo.