Vuelve puntual como cada febrero a su cita con el comisario Brunetti y su adorada Venecia. Donna Leon, que este año ha sido galardonada con el Premio Pepe Carvalho a toda su trayectoria literaria, nos ofrece en su entrega número veinticinco una historia trepidante con una víctima que enamora: Manuela. Una mujer de la alta sociedad veneciana que cuando era una adolescente estuvo a punto de morir ahogada. Las secuelas la han dejado viviendo en una eterna juventud.
Donna Leon encara la intriga con gran ritmo y sin estridencias macabras. La acompaña del color local de una Venecia fuera de ruta turística en la que no faltan estupendos platos elaborados por las manos de la esposa del comisario, Paola, y las ya habituales quejas sobre el deterioro de la serenisima.
Una ciudad invadida por el turismo de masas y que mira con recelo a las nuevas oleadas de inmigrantes, cada vez menos amistosos, mientras se desmorona a ojos vista.
El comisario tendrá que moverse entre los archivos del pasado y los hechos del presente para hacer encajar las piezas, que desmenuza en una investigación intensa.
Guido Brunetti, sus hijos, su esposa, sus suegros, el vicequestore Patta y la signorina Elettra, nos esperan.