Revista Música
Qué tan elaborada tiene que ser una canción para ser una canción. Habrá fórmulas pero no serán perfectas. Algunas canciones piden que les inventen un acorde, la mejor intro de batería o simplemente piden ser parte de ese riff imborrable. Y otras no necesitan más que una melodía fácil, versos y coros simpáticos. Pero cuando de estas canciones hablamos es necesario que por lo menos empiezen como Donovan, colgando el bajo en dos notas. En séptimas asi vamos saltando cortito pero lo suficiente para quedar suspendidos en el aire de a un segundo por vez. Como si camináramos posando o aguantando la respiración. Yellow Fever nos regala una canción más o menos así.
Donovan habla con despecho de un amor frustrado. Bueno no tanto un amor, una historia que salió mal. Son dos chicas burlándose de un tonto lo suficientemente astuto como para engañarlas. Pero de esa manera se liberan de tener que volver a pensar en él como un hombre. O no. Aunque, volviendo al tema de la complejidad, sin dudas estos dos tonos no son más que para contarnos una historia, sobran para meternos en esa mesa de la cocina donde Jennifer Moore e Isabel Martin se ríen de este tipo después de un par de Miller Light y con eso nos sobra.
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