Con la llegada de las vacaciones - ya se están casi acabando ¡sólo queda un mes!- las rutinas y los hábitos se rompen con una facilidad pasmosa. Un hito importante para muchos padres es la heroicidad de conseguir que un niño de más de dos años duerma en su cama y en su propio dormitorio. No me meto, para no salir trasquilado, en la manera cómo han de hacerlo para que se duerma en su cama.
Después de haber conseguido el descanso nocturno y reparador de dormir la pareja sola en su dormitorio y el piltrafilla en el destinado para él la noche puede convertirse de nuevo en un infierno al romperse los débiles habitos durante un corto periodo estival. Sucede que muchas parejas van a veranear a un hotel o a un apartamento compartido con amigos o familiares. Al no haber suficiente espacio vital en piltrafilla ha de dormir en una cama supletoria al lado de los padres o, por lo menos, en la misma habitación. Ahí se fragua el desastre, el piltrafilla ha conseguido sin saber cómo ni porqué dormir al lado de sus padres bien acompañado. ¡Chollo para el nene! y los pobres padres, ignorantes no saben lo que les espera a la vuelta a casa.
El piltrafilla que ha dormido de coña acompañado de sus padres al volver a su hogar y al intentar meterlo en su cama -cosa que hacía antes de irse de veraneo- se niega en redondo y arma la de dios es cristo para seguir durmiendo con los padres. No quiere dormir solo en su habitación.
Para prevenir una situación tan penosa y guerrera se le ha de repetir al piltrafilla cada día la misma cantinela: "Cuando volvamos a casa irás a dormir a tu cuarto como hacías antes". Los padres, asombrados, me preguntan. "¿Eso es capaz de entenderlo?" y yo les respondo: " por supuesto, es más listo de lo que ustedes creen", pero les insisto en cómo han de decir la frase "irás a dormir a tu cuarto" en vez de "¿querrás volver a dormir en tu cuarto?". La diferencia entre las dos frases es abismal. ¿La captan?