Revista Salud y Bienestar

Dormir poco nos hace comer más comida basura

Por Míriam Lihi

Un estudio científico de California afirma que dormir poco hace que comamos peor por instinto y deseo

Dormir poco nos hace comer más comida basura Por primera vez un estudio encuentra una conexión entre las horas de sueño y el tipo de comida que nos apetece. Una noche, por cualquier motivo, duermes pocas horas. ¿Qué te apetece al día siguiente? Según un nuevo estudio de la Universidad de California Berkeley,después de un descanso insuficiente lo que deseamos es comida rápida: “cosas para picar, ‘fast food'” … Son conclusiones alarmantes, ya que las personas que no descansan un número suficiente de horas ya están poniendo en riesgo su salud, ya que se vuelven más vulnerables a todo tipo de enfermedades, algunas de potencialmente mortales, como el ictus. Ahora, además, se sabe que también son más vulnerables a sufrir obesidad. Estudios anteriores ya habían establecido un vínculo claro entre las horas de sueño y el peso. Se sabía que las personas que duermen menos horas de las necesarias tienen más tendencia a padecer sobrepeso u obesidad. Pero hasta ahora no se habían analizado los motivos. Y los motivos son, según el nuevo estudio, publicado en la revista ‘Nature Communications’, que cuando no hemos descansado bien tenemos dormidas las partes del cerebro que procesan información más sofisticada; en su ausencia, toma el control el área del cerebro más primaria, la que controla el deseo y la motivación. En definitiva, después de una noche sin dormir, o con pocas horas de sueño, la actividad del cerebro queda alterada, y esto afecta a las decisiones que tomamos, que se basan en instintos más primarios. Y no hay instinto más primario que tomar alimentos ricos en azúcares y grasas, la vía más rápida para obtener energía. Un instinto primitivo que tenía lógica en una época donde encontrar alimentos era difícil y peligroso, pero que se ha convertido en una trampa ahora que la comida es abundante, fácil de encontrar y, por lo menos el de menor calidad. Siguiendo esta lógica, nuestro cerebro nos ordena a ignorar una manzana o una zanahoria y optar por una pizza, una hamburguesa o un croissant.

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