Siempre hemos hablado de la importancia de dormir, de su función reparadora pero también de su importancia para el aprendizaje. Esta vez, otro estudio vuelve a señalar la repercusión que tiene dormir adecuadamente en los procesos de aprendizaje y maduración cerebral.
En esta ocasión, los investigadores midieron la actividad cerebral de ocho niños mientras dormían a los 2, 3 y 5 años de edad. Hallaron que las conexiones en el cerebro generalmente se hacen más fuertes durante el sueño a medida que los niños crecen. Mientras los niños pequeños duermen, las conexiones entre el lado derecho y el izquierdo del cerebro se fortalecen, según este nuevo estudio de tamaño reducido.
La potencia de las conexiones entre el lado izquierdo y el derecho del cerebro aumenta en hasta un 20 por ciento durante el sueño de una noche, según el estudio.
"Hay indicaciones firmes de que dormir y la maduración del cerebro se relacionan íntimamente, pero en este momento, no se sabe cómo el sueño conduce a cambios en la estructura cerebral", Salome Kurth, investigadora de la Universidad de Colorado y líder de la investigación.
Estudios futuros examinarán cómo las interrupciones del sueño en la niñez podrían afectar al desarrollo del cerebro y a la conducta.
"Creo que un sueño inadecuado en la niñez podría afectar a la maduración del cerebro relacionada con el surgimiento de trastornos del desarrollo o del estado de ánimo", apuntó Kurth.
Ya se sabía que el cerebro cambia de manera drástica en la primera infancia. Se forman nuevas conexiones, otras desaparecen, y se forma una capa grasa llamada "mielina" que rodea a las fibras nerviosas en el cerebro. El crecimiento de la mielina fortalece las conexiones al acelerar la transferencia de información.
La maduración de las fibras nerviosas mejora las habilidades de los niños en áreas como el lenguaje, la atención y el control de los impulsos. Pero no ha estado claro qué rol desempeña el sueño en el desarrollo de esas conexiones cerebrales. Tendremos que esperar nuevos estudios que aporten más luz sobre estos hallazgos. Mientras tanto como padres intentemos mantener unos buenos hábitos y rutinas de sueño con nuestros hijos, que duerman todo lo que puedan y sobre todo no olvidemos la importancia de las siestas durante los 5 primeros años de vida.
FUENTE: University of Colorado, Boulder, news release, Nov. 20, 2013