Revista Libros

Dorothy en el país del Mago de Oz

Publicado el 06 mayo 2010 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Ahora que la salida de la crisis se ha convertido en una cuestión ortográfica - crisis en V, en U o en la temida W -, quizá no sea oportuno recordar que la Gran Depresión duró más de una década. En el temario de Historia, el crack del 29 es un tema que se resiste aún a los profesores y del que los alumnos – incluso los que acabamos leyendo salmones -  siempre escapamos. Y, sin embargo, gracias a una mujer y a su enorme trabajo, todos tenemos una imagen de aquellos Estados Unidos.
Los años decisivos”, publicado por La Fábrica en una magnífica edición, recoge las mejores fotografías que Dorothea Lange realizó a las familias que más sufrieron aquella crisis. Es un retrato de una pobreza blanca, donde los niños chabolistas tienen los ojos azules y el pelo rubio. Donde los hombres tienen la mirada perdida y derrotada y sólo las mujeres parecen capaces de enfrentarse con dignidad al objetivo de la cámara, mientras, como relata Lange, su vida se desmenuza gradualmente. Sus retratos pertenecen a una obra colectiva impulsada por el propio Gobierno de Roosevelt y llevada a cabo por un puñado de fotógrafos apasionados.
En ocasiones basta con quedarse cerca y estar ahí, permanecer ahí responde Lange en una entrevista incluida en el libro y realizada en 1964  -, no entrar y salir como una nube de polvo. Sentarse en el suelo con la gente, dejar que los niños miren tu cámara con sus manitas sucias y pringosas, y que pongan los dedos en las lentes. Los dejas, porque sabes que si te comportas de manera generosa, es muy probable que recibas lo mismo”. Lange consiguió muchas de sus mejores fotos así, confiando en sus instintos y en la generosidad de una gente que “sólo” podía ofrecerle la imagen de su pobreza.
Miro una y otra vez estas imágenes de hombres que caminan por los arcenes de carreteras vacías, buscando un trabajo que no existe, esperando en colas infinitas, sentados en el suelo, apoyados en una pared, en cuclillas, siempre con los brazos cruzados, las ropas gastadas y un sombrero con los bordes rotos y agujeros que no se ven pero se intuyen. No me canso de mirarlas. Y veo en todas ellas decenas de sentimientos que sólo el talento de Lange fue capaz de inmortalizar. No sí si nuestra crisis será una U, como parece, o una W pero creo que nadie la está retratando.
5/10/09


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