Revista Sociedad

Dos años de oposición

Publicado el 22 noviembre 2013 por Abel Ros

En estos dos años al PSOE le ha faltado levantar la pasión a una izquierda entristecida


Dos años de oposición
n los últimos días, las columnas de la izquierda han lanzado toda su artillería contra la gestión nefasta de Rajoy al frente de la Moncloa. Se ha hablado, y mucho, de las mentiras de la derecha y, sobre todo, del desmantelamiento literal del Estado del Bienestar. Escribir más de lo mismo significaría, por parte de la crítica, echar más leña al fuego sin analizar, con acierto, los mimbres para apagarlo. Llegados a este punto, es de recibo hacer autocrítica progresista y mirar con lupa los dos años de Rubalcaba en su pugna por el cetro. Hace tiempo, si recuerdan, escribí en los renglones de este blog un post titulado: "el cadáver socialista". En él analizaba las grietas que salpicaban al partido socialista desde el "sapo tragado" la noche del 20-N. Decía que Alfredo, a pesar de todos sus años de experiencia política, representaba páginas pasadas de los puños y las rosas. Rubalcaba, cierto, era un "viejo zorro" de las triquiñuelas políticas, pero, sin embargo, formaba parte de las heridas de Zapatero. 

¿Por qué la casa de Ferraz no consigue apagar a una España en llamas a punto de cenizas?

Después de dos años con Alfredo a la cabeza, el PSOE continúa en el kilómetro cero del zapaterismo tardío. A día de hoy, el sprinter de la oposición no ha conseguido adelantar, a pesar de los soplos a favor, a un pelotón compuesto por ciclistas de segunda. Es, precisamente, este hecho extraído de las encuestas recientes, el que invita a la crítica intelectual a mirar de reojo las tierras agrietadas de una "rosa marchitada". "¿Por qué la casa de Ferraz – se preguntaba un bombero de Madrid – no consigue apagar, de una vez por todas, una España en llamas a punto de cenizas?". Por el debilitamiento ideológico del partido; por la falta de liderazgo – en palabras de Felipe -, y; por la configuración de un partido, más parecido a un corral de gallos enfurecidos que a una organización de interés general. Son, estas tres patas de la mesa, las que deben revisarse para evitar que sus comensales pierdan el equilibrio. La última Conferencia Política de los "socialistas" se habló, largo y tendido, de regeneracionismo ideológico, pero, dejaron en los cajones del olvido: la cuestión del liderazgo y las líneas del partido. 

En aquella Conferencia se recuperó la música oxidada de los tiempos zapateristas. Se habló de igualdad y protección social como banderas incuestionables de la socialdemocracia occidental. Se criticó hasta la saciedad la gestión de la derecha, pero, sin embargo no se habló de Europa como problema principal de la desideologización actual. "¿Quién nos avisó de los riesgos de Europa?", se preguntaba esta mañana, el cuñado de Alejandra. "¿Quién nos dijo que el invento europeo solo valía la pena en tiempos de bonanza?", nadie querida Alejandra, nadie. Por ello, mientras los marcos europeos no cambien las esculturas que los decoran no nos podremos creer el discurso rojo de la izquierda. Por muy poco estético que sea, señores y señoras del Rincón, las políticas de Merkel no convergen con el "rubalcalismo" incipiente. No convergen, porque mientras la socialdemocracia tira para la igualdad, el neoliberalismo lo hace hacia el mercado. No convergen, decía, porque aunque un hipotético líder socialista maullara en los techos merkelianos, siempre habrá un dóberman que espantará al más rebelde de los felinos. Por ello, hasta que no nos concienciemos de que la solución a nuestro problema no pasa por nuestro rodillo, es poco inteligente seguir "erre que erre" haciéndonos daño en la herida.

En estos dos años, al PSOE le ha faltado levantar la pasión a una izquierda entristecida. Digo la pasión, y digo bien, porque en la España que vivimos, la inmensa mayoría de la población ha perdido la razón en los partidos de antaño. Una sociedad civil que no cree en las siglas de su partido porque éste ha perdido el pedigrí de sus colores es absurdo reorientar su voto con los mimbres del pasado. ¿No sería más inteligente articular un PSOE antieuropa para recuperar su encaje ideológico en el ideario colectivo? Es, necesario, decirle a la gente que su partido, los socialistas, están cogidos de pies y manos con los hilos merkelianos. Si miramos a nuestros vecinos de arriba, los franceses, nos daremos cuenta que mientras Hollande intenta conciliar al gato – Francia – con el perro – Europa -, Le Pen articula una alianza neoliberal en consonancia con Europa. Si François hubiera optado por el discurso euroescéptico, otro gallo hubiese cantado en las encuestas presentes. Por ellos, señores y señoras, es necesario que el PSOE busque alianzas, al igual que Le Pen, con partidos socialdemócratas occidentales. Partidos progresistas convencidos que su veneno es Europa. Mientras no se busque la anestesia en otros rincones del globo, tendremos, para desgracias de muchos, a Rajoy para un rato. 

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