Dos años, ocho meses y veintiocho noches
Título original: Two years, eight months and twenty-eight nights
Hace siglos, Dunia, princesa del Peristán (mundo féerico), se enamoró de Ibn Rushd, el filósofo aristotélico y le dio una amplísima prole, cuya descendencia se distinguía por unos curiosos lóbulos de las orejas. Cuando se rompen los sellos que separan el Peristán del mundo físico y los yinns oscuros, en connivencia con el rival de Ibn Rushd, Al Ghazali, tan muerto como él, planean sembrar de miedo y caos la tierra para que los hombres conserven a sus dioses, Dunia tendrá que regresar a la tierra y hacerse cargo, junto con sus mágicos descendientes, de la amenaza.
Dado que es el primer libro de Salman Rushdie que leo no puedo comparar con otras obras suyas ni en lo tocante a temáticas ni mucho menos en calidad o no del texto.
Se trata de una novela ambientada en el moderno Nueva York, que oscila entre el realismo mágico y la más exacerbada fantasía, con la inclusión de elementos pop y posmodernos, como alusiones a los cómics y super héroes, los cuales se mezclan con las referencias mitológicas y religiosas clásicas, por llamarlas de alguna manera (hadas, yinns, seres sobrenaturales de la tradición de Oriente y Occidente, etc). Como en la más desatada de las novelas de catástrofes se despliega una barroca parafernalia de dioses y yinns luchando con rayos, fenómenos atmosféricos anómalos, situaciones apocalipticas, gente que levita, vuelos sobre urnas mágicas a través de portales mágicos... Todo ello envuelto en referencias culturales occidentales, islámicas, hindúes que conforman un melting pot con vocación universal. La sensación de caos aumenta debido a la variedad de recursos narrativos utilizados, discursos indirectos intercalados en el texto, mezcla del registro culto con el más coloquial, narraciones dentro de narraciones, etc.
Aunque la lectura de la obra no me ha parecido en exceso difícil por la prosa, se me ha hecho un poco larga debido a las divagaciones de la trama (sobre todo cuando cuenta la vida de ciertos personajes que no intervienen mucho en la acción) y a la presencia de diversos antibajos de la historia, que a veces se detiene o repite situaciones anteriores. Tampoco ayuda el estilo narrativo utilizado, con mucha descripción y resumen y pocas escenas, al estilo de un cuento (de Las Mil y Una Noches, en la que al parecer se basa remotamente). Esto influye también en el poco desarrollo de los personajes, que se caracterizan por tres o cuatro rasgos, y están, en realidad, al servicio del mensaje y de la estética literaria; carecen, pues, de psicologías detalladas o de una evolución clara (quizás podríamos exceptuar a Dunia). Casi todos ellos son excéntricos y poseen nombres estrafalarios (y simbólicos), en consonancia con el tono a veces bastante humorístico y desenfadado de la historia.
El autor, no muy sutilmente, utiliza a dos filósofos de la tradición islámica, Al-Ghazali (Al Gazel) y Ibn Rushd (conocido en España como Averroes), para transmitir su mensaje sobre la lucha entre fe y razón. Para el primero, de gran difusión e influencia en la cultura islámica, Dios es necesario y la filosofía algo malo; para el aristotélico Averroes, el tiempo y la razón harán que los hombres abandonen la idea primitiva de Dios. La obviedad de lo que se trata de transmitir juega en contra de la efectividad del mensaje. Sin embargo, también hay simbolismos de difícil aprensión para mentes poco cultivadas o no versadas en la cultura de Oriente Medio, ocultos en los hechos y nombres (la finca Incoherencia, de la Dama Filósofa Alexandra Bliss Fariña, referencia a la obra de Al Ghazali "La incoherencia de los filósofos", y refutada por Averroes con "La incoherencia de la incoherencia"). Me ha parecido descubrir referencias al Estado Islámico u organizaciones terroristas religiosas de ese estilo en algunos pasajes.
La historia se desarrolla a lo largo de varios siglos, desde la seducción de la princesa hada Dunia (El Mundo) al filósofo Averroes hasta un futuro indeterminado sin dioses (racional), un mundo utópico desde el que se narra la historia de la Guerra de los Mundos y la Era de la Extrañeza cuando se cerraron definitivamente los sellos y puertas que comunicaban el mundo de las hadas con el mundo humano. La conclusión del autor parece ser que en ese tiempo futuro los hombres son más felices al usar la razón, pero que, en cierto modo, echan de menos la fantasía y la magia.
En resumen, una novela con cierto tono épico, humorística, filosófica, crítica, no apta, desde luego, para todos los paladares, y que, aunque tiene algunos pasajes y frases realmente buenos, también tiene bajones notables y algún lugar común. Entretiene pero se hace larga. Es disfrutable pero le falta algo en cuanto a impulso artístico y trascendencia (algo notable teniendo en cuenta la naturaleza de la obra). Me ha parecido más abstracta que humana, pero no está mal, si uno busca una lectura diferente. A mí me ha gustado.
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