Título original: Harold & Kumar Escape from Guantanamo Bay
Directores: Jon Huwitz
Hayden Schlossberg
Guionistas: Jon Hurwitz
Hayden Schlossberg
Intérpretes: Kal Penn
John Cho
Robert Bart
Paula Garcés
Neil Patrick Harris
Rob Corddry
Jack Conley
Productores: Nathan Kahane
Greg Shapiro
Fotografía: Daryn Okada
Música: George S. Clinton
Montaje: Jeff Freeman
Nacionalidad: Estados Unidos
Año: 2.008
Duración: 100 minutos
Edad: 18 años
Género: Aventuras, Comedia
Distribuidora: TriPictures, S. A.
Estreno: 11-07-2.008
DVD Alquiler: 18-02-2.009
DVD Venta: 21-04-2.009
Página WEB: Ficha completa en IMDb
Web Oficial de la película en España
Web Oficial de la distribuidora en España
Tráiler de la película en YouTube
Calificación:
Crítica: 5,592 Espectadores: 102.731
Vizcaya: 6,257 Recaudación: 566.229,01 €
España: 3,800 Puntos (Popularidad):
Rugoleor: 4,949 Ratio de popularidad:
Sinopsis:
Nos volvemos a encontrar con Harol y con Kumar justo donde los dejamos en la anterior película: en el apartamento donde viven después de haber terminado con éxito la hazaña en White Castle. Solo han transcurrido una hora o dos, y los individuos se están preparando para una aventura épica a Ámsterdam de modo que Harold pueda ganar el corazón de su amada María. En el aeropuerto, Kumar se topa con su ex-novia, Vanessa, y se sorprende al descubrir que está a punto de casarse. Incluso antes de que se monten en el avión, Kumar amenaza con destruir la misión enredándose con el personal de seguridad del aeropuerto, insistiendo en protestar por una revisión aleatoria. Incapaz de esperar seis horas para llegar a Ámsterdam, Kumar mete un "bong casero sin humo" dentro del cuarto de baño del avión. Se produce una turbulencia, se abre la puerta del cuarto de baño, el bong es confundido con una bomba, y a nuestros amigos por terroristas. El avión da media vuelta y llevan a nuestros amigos a la bahía de Guantánamo.
Como “Dos colgaos muy fumaos (Danny Leiner, 2.004)” fue un hito para los amantes de la llamada Stoner Road Trip Comedy, los guionistas de aquella tomaron los mandos para crear una secuela algo sorprendente por sus tintes pseudopolíticos, desde la ominosa cárcel del titulo hasta una aparición estelar del mismísimo Busch. La broma escatológica y los chistes étnicos en torno a la raza de los protagonistas siguen a la orden del día.
Crítica:
18.07.2008 – JOSU EGUREN
Prison break
Si algo hace grandes a los EE UU es la aparente libertad con la que sus guionistas parodian las situaciones más comprometidas que afectan a una sociedad en la que el puritanismo extremo y lo pornográfico se dan la mano. Un país en el que son capaces de competir por la audiencia propuestas televisivas tan alejadas como las de Bill O'Reilly y Stephen Colbert, en las que la clase política es vapuleada con saña haciendo palidecer la libertad de expresión de la que hace uso una Europa donde los límites de la corrección se establecen en una frontera que supera lo razonable. Como no podía ser de otra forma, fue en los EE UU donde Woody Allen enunció su famoso teorema matemático: «Comedy is tragedy plus time», fórmula que “Dos colgaos muy fumaos” repite con acierto en la segunda entrega de las aventuras Harold y Kumar, dos jóvenes que ven frustrado su viaje a Ámsterdam al ser confundidos con dos terroristas islámicos.
Sin más pistas sobre su filiación con los ideales de Al Qaeda que la del exotismo de sus rasgos faciales, las autoridades del Departamento del Interior americano los enviarán a Guantánamo, destino del que escaparán para embarcarse en una odisea con parada final en Texas, ciudad en la que esperan encontrar a la persona que les ayudará a probar su inocencia.
Éste es el punto de partida de una comedia gamberra y desenfadada, interpretada por dos 'stoners' (fumados) que se sumergen de lleno en el clásico recurso argumental del 'american trip', para retratar el surrealista clima de crispación que afecta a su país desde que hace 7 años se produjesen los atentados del 11-S. Ni que decir tiene que el humor escatológico y la acostumbrada ración de sexo adolescente son dos de los platos estrella de un menú que nos reserva como postre una abundante ración de carcajadas.