Dos cositas nada más.

Esta mañana he tenido que ir al banco y me han pasado dos cositas que me apetecía comentar:

• Para entrar a la oficina bancaria había que abrir una puerta de esas pesadas, tirando, esperar dentro de una especie de túnel estrechísimo y volver a pulsar para abrir, de nuevo tirando, otra puerta de 200 kilos de peso (¡o más!). Un mecanismo que debe estar muy bien para prevenir atracos, pero que es anti-carritos de niño. Sorprendentemente, al tiempo que yo entraba llegaba un hombre de mediana edad que ha sido súper amable conmigo, ayudándome a abrir ambas puertas tanto a la salida como a la entrada. Le he dado las gracias efusivamente y mi homenaje a su amabilidad, que tan poco se estila en estos tiempos, se lo doy aquí.
  
• Cuando ya volvía para casa, luchando contra el viento huracanado que hacía y el frio que te cortaba hasta las ideas, me he topado con una estampa curiosa. Dos mujeres charlando, una de ellas embarazada, con vestido minifaldero (de esos que se llevan ahora), con el abrigo abierto y sin bufanda ni guantes.  Creo que nuestro breve intercambio de miradas ha sido algo así:  
  - Yo nunca saldré a pasear a mi bebé con vaqueros y zapatillas de deporte, que vaya pintas que llevas, sólo te falta ponerte la bufanda por la cabeza.
  - Como cojas un buen trancazo y acabes en el hospital, se te va a quitar la tontería cagando leches, ¡so pava!.