Revista En Femenino

Dos décadas de liderazgo

Publicado el 26 enero 2013 por Daniela @lasdiosas

Dos décadas de liderazgo de las mujeres indígenas en América Latina

Las mujeres indígenas tienen y siguen desempeñando un papel clave de liderazgo en sus comunidades, así como en espacios internacionales. AWID conversó con Otilia Lux de Coti, Directora Ejecutiva del Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI), acerca de cómo el liderazgo de la mujer indígena ha evolucionado en las últimas décadas.

Durante los 80's varias mujeres indígenas, como Nina Pacarí Vega y Blanca Chancoso (Ecuador), Rigoberta Menchú y Rosalina Tuyuc (Guatemala), y Tarcila Rivera Zea (Perú) (1), lideraron el movimiento que se gestaba a propósito de la cercanía del año 1992, en que se conmemorarían los 500 años de la llegada de Colón a América. Los 500 años fue el hecho que unificó a los pueblos indígenas con el propósito de reflexionar, de tomar acciones. También, varios sectores junto al movimiento indígena, como el sindical, la izquierda, las mujeres, las/os jóvenes se pronunciaron y movilizaron para ver de qué manera Rigoberta podía llegar a ser la Premio Nobel de la Paz.

En 1991 tuvo lugar en Guatemala el II Encuentro de la Campaña 500 Años de Resistencia Indígena y Popular, que incluyó también al incipiente movimiento de afro descendientes, y tras eso se gestaron los encuentros y las cumbres indígenas realizadas en México y en Ecuador (2). Según Lux de Coti, las mujeres antes mencionadas formaron parte de todos esos espacios, e iniciaron una ruta muy interesante, mientras al nivel de las Naciones Unidas se empezó a promover y organizar actividades previas en relación a la IV Conferencia de la Mujer en Beijing.

AWID: ¿Cuáles son los factores que contribuyeron al empoderamiento de las mujeres indígenas para poder convertirse en líderes?
OLC: Varios elementos contribuyeron a la formación de sus liderazgos. En los ochenta la Guerra Fría impulsó mucho a las mujeres a participar y movilizarse en el ámbito de las organizaciones campesinas e indígenas. En el caso de Rigoberta, y otras lideresas, fueron militantes de la izquierda. Ese tipo de actividad hace que las mujeres se empoderen con un liderazgo importante.

Distintas instituciones se dedicaron a la formación de promotoras sociales, proveyendo actividades de crecimiento, por un lado económico y por el otro lado también de participación política. Una de ellas fue, por ejemplo, la Iglesia Católica, a través de su brazo social, en donde tenían varios programas que promovían la participación de las mujeres. También había varios partidos políticos de carácter social cristiano, así con ese término, que también promovieron mucho la participación de la juventud, convocando a participar para ayudar a las comunidades desde una perspectiva comunitaria. Por ejemplo en Guatemala, teníamos mujeres líderes en las comunidades pero entre 1981 y 1983 la guerra y la fuerte militarización paralizaron prácticamente el liderazgo. Algunas potenciales lideresas tomaron rumbo fuera de sus comunidades, y otras no lograron salir y fueron víctimas de esa situación. Sin embargo desafiamos esta situación, y desarrollamos un activismo político pero “subterráneo” ya que lo hicimos con el título de “mujeres hacia el desarrollo”. Aún rodeadas de militares para controlarnos, nosotras hablábamos del desarrollo, asuntos económicos, de nuestra producción, nuestra participación. Pero nuestro propósito era volver a aglutinarnos con el propósito de emprender de nuevo la marcha con el movimiento que habíamos iniciado años atrás y que fue coartado y paralizado por esta guerra.

Otro factor importante, como punto de partida, es contar con algún referente en la familia, que podría ser la madre o la abuela quienes contribuyen a la formación del carácter de la lideresa. Si la lideresa llega a la escuela, hay algunas que fomentan y dan la oportunidad a las y los estudiantes de organizarse en autogobiernos. Eso le faculta a la escuela a formar a las niñas, adolescentes y mujeres, para poder mantener vivo el espíritu de participación. Esa es una participación política inicial. Existen también, para más adelante, las escuelas de formación política, como la del FIMI (Foro Internacional de Mujeres Indígenas), que brinda y ayuda con diplomados que sirven al fomento del liderazgo.

Muchas jóvenes se están capacitando para el liderazgo político y desde el FIMI hemos visto las capacidades desarrolladas de veinte mujeres indígenas, ya bastante capacitadas en el ámbito estadístico, y muy importantes para ejercer la incidencia en los censos nacionales o para conformar instituciones que puedan desagregar datos.

AWID: ¿Cómo construyeron las mujeres indígenas su liderazgo en sus comunidades?
OLC: Hay diferentes formas en que ejercen su liderazgo las mujeres. Por ejemplo siendo una autoridad propia de una organización aunque no sea reconocida a nivel del Estado, por ejemplo las alcaldesas indígenas. En la institucionalidad Maya cuando eligen a una mujer es porque esta les dio las pautas de que ella es lo suficientemente capaz, además ha sido una mujer que ha servido y ayudado a la comunidad, y que está siempre activa. Están las que presentan proyectos comunitarios en instancias del Estado, defendiéndolo y haciendo incidencia política acompañada por otras mujeres de la comunidad.
Otro tipo de liderazgo se da en el ámbito de la salud con las mujeres que se han formado para convertirse en médicas indígenas como también las comadronas. Otra forma de liderazgo se da con la mujer productora. El empoderamiento económico es importante resaltarlo para que las mujeres puedan tener oportunidades de hacer crecer su producción. Lo he visto con las verduras y con las flores. Y esto se ve también en los mercados ecuatorianos y bolivianos. Muchas lideresas llevan adelante en su práctica el “buen vivir”, que aprenden desde pequeñas en su familias.

AWID: ¿Cuáles serían los obstáculos que afrontan las mujeres indígenas para su participación en espacios de toma de decisión?
OLC: La violencia, el patriarcado, y el racismo serían los obstáculos mayores. Ese machismo que ves en la mayoría de los hombres que están en partidos políticos, por ejemplo, que no permiten que las mujeres ingresen a espacios en los que puedan ser electas. Otro obstáculo es el sistema político, cuando es bloqueante a la participación política de las mujeres. Lo que hay que hacer es reformar la ley electoral y la de partidos políticos. Esa ley va a permitir que haya cuotas de poder o que haya paridad.
En el caso de las poblaciones indígenas, eso es bastante difícil. Hay propuestas, por ejemplo, en países donde las mayorías son indígenas, que están planteando la paridad para que haya una mujer indígena y una mujer mestiza, hombre mestizo, hombre indígena, para que haya realmente una verdadera paridad e igualdad.
Las amenazas y ataques a muchas les impiden hacer proselitismo. Les impiden muchas cosas para su propio desarrollo. El poco financiamiento limita también la participación de las mujeres.

AWID: ¿Cómo se entiende y se vive en cada generación la noción de liderazgo?
OLC: Nosotras vemos a las jóvenes con mucha admiración. Las jóvenes nos ven como las ancestras. Ellas nos ven como referentes y maestras. Nos han visto participar en las NNUU, en llegar a ser ministras y miembras de parlamentos y ellas quieren lo mismo, y nos preguntan “¿qué tenemos que hacer?” Y nosotras les respondemos que primero hay participar en organizaciones de mujeres u organizaciones de sus propios pueblos, ahí es donde una se empieza a foguear políticamente, y aprender cómo podemos comunicar, o cómo podemos participar comunitariamente, cómo podemos lograr hacer incidencia, cómo podemos hacer negociaciones. Las jóvenes ven ese gran puente entre ellas y nosotras. Nuestro propósito es que las adultas hagamos también un trabajo intergeneracional con las jóvenes.

AWID: ¿Se podría decir que las jóvenes traen un nuevo tipo de liderazgo?
OLC: Sí, hoy las mujeres pueden ejercer su liderazgo más libremente, no tienen las grandes limitantes que nosotras tuvimos en las etapas de la Guerra Fría. Yo creo que el liderazgo de las jóvenes de hoy es uno con mayor oportunidad por un lado y por otro lado, las facilidades se las brindan organizaciones para que ellas también tengan los espacios de formación. Anualmente vemos que muchas jóvenes que asisten al Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU, también van a los foros de Ginebra por los DDHH. En Honduras y Nicaragua las jóvenes se han juntado en organizaciones de mujeres jóvenes y trabajan temas como violencia contra las mujeres, salud sexual y reproductiva, participación política, el papel de la juventud, gobernabilidad, los derechos de las mujeres, de los pueblos indígenas. Por ejemplo, en Rio+20, vimos a las jóvenes trabajando, ejerciendo liderazgo. Son una esperanza y hay que seguirlas apoyando.

NOTAS:
1) Tarcila fue elegida asesora de ONU Mujeres en mayo de 2012.
2) Aquí se pueden encontrar documentos e información sobre los encuentros y cumbres: http://www.cumbrecontinentalindigena.org/
Por Gabriela De Cicco Fuente: Awid


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