Visitar Sevilla en pleno mes de julio podría resultar un calvario con estas calores, pero gracias a las miles de sombras y sombrajos que hay por toda la ciudad, lo cierto es que nos ha resultado muy agradable pasear por esta preciosa ciudad andaluza que respira en cada esquina una mezcla de culturas, su infinita variedad de lugares para tapear y un ambiente cálido y acogedor.
Dos días para conocer Sevilla, quizás puede saber a poco pero es tiempo suficiente para empaparse de la esencia y jurar volver en alguna otra ocasión.
Día 1, domingo 7 de julio 2019
Parque de María Luisa
El pulmón verde de Sevilla es un parque enorme lleno de fuentes y sombras que perteneció a la infanta María Luisa. Un oasis cuando el calor aprieta.
Plaza de España
Con su forma semicircular todos los estilos arquitectónicos anteriores al modernismo se dan cita en este edificio, creado para albergar el pabellón de España en la Exposición Iberoamericana de 1929. Por el estanque que lo precede a modo de foso, navegan pequeñas embarcaciones de alquiler y en los bancos de la fachada están representados todos los escudos de las provincias españolas y motivos que se relacionan con ellas realizados con azulejos sevillanos.
La Torre del Oro
Sin duda uno de los iconos de la ciudad. Su privilegiada ubicación sirvió a los almohades para controlar la navegación por el río Guadalquivir, impidiendo el paso de algunos barcos mediante unas cadenas tendidas que se manejaban desde la misma torre. Fue levantada en 1190 y debe su nombre a los azulejos dorados que revestían su segundo cuerpo, según unos, o al hecho de que en ella se guardaba el oro que llegaba de América, según otros.
La Catedral y La Giralda
Construida sobre una mezquita almohade es, hoy, una enorme iglesia que mezcla varios estilos como el mudéjar, el gótico y el barroco. Considerada la catedral gótica más grande del mundo y uno de los templos católicos más importantes por detrás de San Pedro del Vaticano, en ella están enterrados algunos reyes españoles y Cristóbal Colón.
La Giralda fue el minarete de dicha mezquita para convertirse, siglos después, en el campanario de la Catedral además de ser, seguramente, el monumento más emblemático de la ciudad con sus 92 metros de altura.
Sabemos que para entrar es aconsejable madrugar o coger las entradas con antelación, pero dicho sea de paso, nosotros por muchas vueltas que dimos al enorme edificio no conseguimos ver la puerta de entrada. Todas estaban cerradas y en todas indicaba que se accedía por la de al lado… Nos aburrimos de tanta vuelta y decidimos no dejarle a la iglesia los 9€ por persona, cosa que me parece vergonzoso con la cantidad de impuestos que van a parar a sus arcas.
Los Reales Alcázares
Originariamente fue un palacio árabe pero con la Reconquista se mezcló con otros estilos. Su visita es obligada y es más que recomendable sacar las entradas con antelación para evitar las largas colas a pleno sol.
El centro y Las Setas de Sevilla
Además de ser el corazón administrativo de la ciudad y albergar en enorme centro comercial, esta zona de Sevilla resulta muy agradable para pasear por sus calles sombreadas con enormes toldos que cuelgan de fachada a fachada.
Bonitas plazas albergan hermosas iglesias, pero hay una que sobresale de entre todas por la estructura que se ha edificado en ella. Es la plaza de la Encarnación que acoge el proyecto Metropol Parasol, comúnmente conocido como Las Setas de Sevilla por su forma que recuerda a dichos hongos. Aunque solo sea para descansar un rato bajo su enorme sombra, vale la pena la visita.
Barrio Santa Cruz
Pasear sin rumbo fijo y perderse por las calles del barrio judío más grande de España, puede resultar de lo más placentero para acabar el día. Plazas con encanto, iglesias, fuentes y estrechas calles conviven con bares de tapas que ofrecen lo más tradicional de la cocina sevillana.
Y para calmar el apetito…
Las tapas son, por antonomasia, una de las principales patas de la cultura sevillana, por ello es casi obligado tapear para calmar el gusanillo con una caña bien fría para aliviar el calor.
Lugares hay miles y cada uno tiene su propia especialidad, pero para saber si hemos acertado o no basta con mirar a nuestro alrededor y ver si estamos rodeados de andaluces o de turistas. Si la mayoría son lugareños, seguramente, habremos dado con el sitio adecuado.
La Bodega Santa Cruz Las Columnas es de esos lugares que desde lejos sabes que vas a comer bien porque la gente se amontona en la puerta sin poder entrar. Su especialidad son los buñuelos de bacalao que no defraudan como tampoco lo hacen las berenjenas con miel.
La Mamarracha es un estilo totalmente diferente, moderno y fusión en un local con una imagen muy cuidada ideal para sentarse y relajarse un rato saboreando alguna de sus tapas o platos. La foccacia con secreto ibérico macerado es una auténtica delicia.
Día 2, lunes 8 julio 2019
Barrio de Triana
Barrio sevillano por excelencia, Triana es la cuna de la alfarería sevillana, de las patronas de la ciudad, Santa Justa y Rufina, y del cante flamenco y el toreo. De aquí han salido muchos personajes famosos de la cultura y del toreo (separo toreo de cultura porque no lo considero como tal) y no es raro encontrarse con alguien de la farándula por sus calles.
Cualquier ruta por el barrio empieza por el puente de Isabel II, conocido como puente de Triana, con su potente estructura de hierro. Se trata del puente de hierro más antiguo y mejor conservado de España y sustituyó en 1852 al puente de barcas que unía Triana con Sevilla. En su cabecera se encuentra la Capillita del Carmen que los sevillanos llaman El Mechero por la forma de su estructura. Justo a su lado se ubicaba el castillo de San Jorge, sede de la Santa Inquisición desde 1541 hasta 1785, en su lugar hay ahora un mercado de abastos en cuyos sótanos aparecen los cimientos del castillo. Puestos de pescado, carnes, frutas y verduras se mezclan con algunos puestos de tapeo y gastronomía sevillana cuyos productos pueden degustarse en el mismo mercado.
En la plaza del Altozano nace la calle San Jacinto, centro neurálgico del barrio y su espina dorsal desde donde salen pequeñas calles que se adentran a todos los puntos de Triana.
La calle Betis es, sin duda, la calle trianera más emblemática y fotografiada. Transcurre paralela al río con sus casas de vistosos y cuidados colores que la hace muy fotogénica desde el otro lado del Guadalquivir.
Siguiendo la calle Pureza, paralela a la calle Betis, encontramos la capilla de Los Marineros con la Virgen de la Esperanza que despierta auténtico fervor entre los sevillanos. En la Universidad de Mareantes, en el número 79 de la misma calle, estudiaban los futuros marineros el arte de gobernar un barco. Hoy es un centro cívico con bonitos patios andaluces. Justo enfrente se encuentra la iglesia de Santa Ana una de las más antiguas de Sevilla y cuya torre se divisa, incluso, desde el otro lado del río. Desde su construcción en 1280 ha sufrido diferentes remodelaciones, siendo la más importante la realizada tras el terremoto de 1755.
Hacia el otro lado de la plaza Altozano, por la calle Castilla, podemos ver y visitar algunos talleres de alfarería que todavía quedan en el barrio así como el callejón de la Inquisición que formó parte del castillo de San Jorge y por el que eran conducidos los presos que iban a ser juzgados o ya habían sido condenados y eran llevados a la hoguera.
¿Dónde tapear?
Como cuna de todo lo más tradicional, Triana no se queda fuera del tapeo. Es fácil encontrar buenos lugares para picar algo en todas las calles del barrio. Si nos encontramos cerca de la iglesia de Santa Ana podemos tomar una caña con patatas con “ali oli” en el Bar Santa Ana. Si por el contrario, estamos cerca de la plaza Altozano recomiendo el Casa Cuesta que lleva sirviendo platos y tapas desde 1880. Todo un clásico. La carrillada tierna y gustosa, la tortilla de patata con salsa de whisky y las albóndigas, caseras y sabrosas.
Isla de la Cartuja
Al atardecer, cuando el sol cae, es una buena opción, si se va con niños, ir al parque de atracciones de Isla Mágica ubicado en la Isla de la Cartuja. La entrada a partir de las ocho de la tarde y hasta el cierre (a las once en verano) cuesta solo 11€ que se amortizan seguro si vamos un día de diario en el mes de julio, no hay apenas gente y evitaremos las colas de los fines de semana. Desde lo alto de El Desafío se obtienen unas vistas de Sevilla iluminada muy bonitas aunque esa visión solo dure unos segundos antes de caer 68 metros en caída libre.
Camping
Durante estos dos días nos hemos alojado en el camping Villsom, en Dos Hermanas, a media hora de trayecto en coche aunque hay un autobús que para a pocos metros del camping y deja muy cerca del centro de Sevilla. Nosotros al viajar con nuestro perro Scott, hemos creído oportuno ir en nuestro transporte. No es difícil aparcar cerca de la zona del parque de María Luisa, aunque puede ser que algún “gorrilla” te pida una propina por “guardarte” una plaza. Aunque hay ordenanzas municipales que prohíben esta práctica, no seré yo la que empiece una discusión o deje mi coche en sus manos por no darle un par de euros.
En resumen, Sevilla es una ciudad que hay que visitar, suficiente un fin de semana para hacernos una idea, andarla de arriba a abajo, saborear su gastronomía, beber su cerveza helada y dejarse empapar del embrujo de sus barrios.