Revista Cultura y Ocio

Dos dioses se convierten en el sol y la luna

Por Apuleyo3
Dos dioses se convierten en el sol y la luna
Decían que antes que hubiese día en el mundo se juntaron los dioses en aquel lugar que se llama Teotihuacan. Dijeron los unos a los otros dioses: "¿Quién tendrá cargo de alumbrar al mundo?". Luego a estas palabras respondió el dios que se llamaba Tecuciztécatl (el de la tierra de la concha marina), y dijo: "Yo tomo cargo de alumbrar al mundo". Luego otra vez hablaron los dioses, y dijeron: "¿Quién será otro?". Luego se miraron los a los otros, y conferían quién sería el otro, y ninguno de ellos osaba ofrecerse a aquel oficio; todos temían y se excusaban. Uno de los dioses de que no se hacía cuenta y era buboso, no hablaba sino oía lo que los otros dioses decían, y los otros le hablaron y le dijeron: "Se tú el que alumbres, bubosito". Y él de buena voluntad obedeció a lo que le mandaron y respondió: "En merced recibo lo que me habéis mandado, sea así".
Dos dioses se convierten en el sol y la luna
Luego los dos comenzaron a hacer penitencia durante cuatro días. Después encendieron fuego en el hogar, el cual era hecho en una peña, que ahora llaman Teotexcalli. Todo lo que ofrecía el dios Tecuciztécatl era precioso. En lugar de ramos ofrecía plumas ricas de quetzal, y en lugar de pelota de heno ofrecía pelotas de oro, en lugar de espinas de maguey ofrecía espinas hechas de piedras preciosas, en lugar de espinas ensangrentadas ofrecía espinas hechas de coral colorado; y el copal que ofrecía era muy bueno. El buboso, que se llamaba Nanahuatzin, en lugar de ramos ofrecía cañas verdes atadas tres en tres todas ellas llegaban a nueve; ofrecía bolas de heno y espinas de maguey, y las ensangrentaba con su misma sangre; y en lugar de copal ofrecía las postillas de las bubas. A cada uno de éstos se les edificó una pirámide, como monte; en los mismos montes hicieron penitencia durante cuatro noches.
Después que acabaron las cuatro noches de su penitencia, echaron por allí los ramos y todo lo demás con que hicieron penitencia. Esto se hizo al fin, o al remate de su penitencia, cuando la noche siguiente a la media noche habían de comenzar a hacer sus oficios; un poco antes de la media noche le dieron sus aderezos al que se llamaba Tecuciztécatl, le dieron un plumaje llamado Aztacómitl, y una chaqueta de lienzo; y al buboso que se llamaba Nanahuatzin le tocaron la cabeza con papel, que se llama amatzontli, y le pusieron una estola de papel y un maxtli (taparrabo) de papel. Llegada la media noche, todos los dioses se pusieron en rededor del hogar que se llama teotexcalli: En este lugar el fuego ya ardía cuatro días. Ordenándose los dichos dioses en dos filas, unos de una parte del fuego y otros de la otra; y luego hablaron y dijeron a Tecuciztécatl; "¡Ea pues, Tecuciztécatl entra tú en el fuego!" Él luego acometió para echarse en el fuego; y como el fuego era grande y estaba muy encendido, cuando sintió el gran calor del fuego tuvo miedo, y no osó echarse en el fuego y se volvió atrás. Otra vez tornó para echarse en el fuego haciéndose fuerza, y llegando se detuvo, no osando echarse en el fuego. Cuatro veces probó, pero nunca se osó echar. Estaba puesto mandamiento que no probase más de cuatro veces. Después de haber probado cuatro veces los dioses hablaron a Nanahuatzin y le dijeron: "¡Ea pues, Nanahuatzin, prueba tú!" Y como le hubieran hablado los dioses, se esforzó y cerrando los ojos arremetió y se echó en el fuego. Luego comenzó a rechinar y rependar en el fuego, como quien se asa. Como vio Tecuciztécatl que se había echado en el fuego y ardía, arremetió y se echó en el fuego, y dizque luego un águila entró en el fuego y también se quemó, y por eso tiene las plumas hoscas y negruzcas; a la postre entró un tigre, y no se quemó , sino se chamuscó por eso quedó manchado de negro y blanco. De este lugar se tomó la costumbre de llamar a los hombres diestros en la guerra "águila-tigre", y dicen que primero águila, porque esta entró primero en el fuego, y se dice a la postre tigre, porque éste entró en el fuego después del águila...
Después que ambos dioses se hubieron quemado, los otros se sentaron a esperar de qué parte vendría a salir Nanahuatzin. Después que estuvieron gran rato esperando, se comenzó a poner colorado el cielo y en todas partes apareció la luz del alba. Dicen que después de esto los dioses se hincaron de rodillas para esperar adonde saldría Nanahuatzin hecho sol. Miraron a todas partes volviéndose en rededor, mas nunca acertaron a pensar, ni decir a qué parte saldría; en ninguna cosa se determinaron. Algunos pensaron que saldría en la parte norte y se pararon para mirar hacia él; otros hacia el medio día, a todas partes sospecharon que había de salir, porque en todas partes había resplandor del alba. Otros se pusieron a mirar hacia el oriente y dijeron "Aquí, de esta parte ha de salir el sol". El dicho de estos fue verdadero. Dicen que los que miraron hacia el oriente fueron Quetzalcóatl, que también se llama [Xipe] Tótec, y por otro nombre "Señor de la tierra costera" o "Tezcatlipoca rojo"; y otros se llaman "Serpientes de nubes", que son innumerables; y cuatro mujeres, de las cuales una se llamaba la hermana mayor, otra la que le sigue en edad, otra la de en medio y otra la menor [de Tlazoltéotl].
Cuando vino a salir el sol, pareció muy colorado y como si se contoneara de una parte a otra; nadie lo podía mirar, porque quitaba la vista de los ojos, ya que resplandecía mucho y echaba rayos muy fuertes, que se derramaban por todas partes. Después salió la luna en la misma parte del oriente, a la par del sol. Primero salió el sol y tras él la luna; por el mismo orden que entraron salieron sol y luna. Y dicen los que cuentan fábula o hablillas, que tenían igual luz con que alumbraban. Cuando vieron los dioses que resplandecían igualmente, se hablaron otra vez y dijeron: "¡Oh dioses! ¿Cómo será esto ¿Será bien que vayan ambos a la par? ¿Será bien que igualmente alumbren?". Entonces los dioses dieron sentencia, y dijeron: "Sea de esta manera, hágase de esta manera". Y luego uno de ellos fue corriendo y dio con un conejo en la cara de Tecuciztécatl, y le obscureció la cara y le ofuscó el resplandor, y su cara quedó como está ahora.
Después que hubieron salido ambos sobre la tierra estuvieron quedos, sin moverse de un lugar el sol y la luna. Los dioses otra vez se hablaron, y dijeron: "¿Cómo podemos vivir? no se mueve el sol. ¿Hemos de vivir entre los villanos? Muramos todos y hagamos que resucite el sol por nuestra muerte". Luego el [dios del] aire se encargó de matar a todos los dioses. Mientras los mató, uno llamado Xólotl rehusaba la muerte, y dijo a los dioses: "¡Oh dioses! ¡Dejadme con vida!" y lloraba en gran manera, de suerte que se le hincharon los ojos de llorar; y cuando llego a él el que mataba, echó a huir y se escondió entre los maizales, convirtiéndose en una planta de maíz con dos cañas, que los labradores llaman xólotl; pero fue visto y hallado entre las plantas de maíz. Otra vez se echó a huir, y se escondió entre los magueyes, convirtiéndose en maguey que tiene dos cuerpos que se llama mexólotl. Otra vez fue visto, y echó a huir metiéndose en el agua y haciéndose pez que por ello llaman axólotl. Por fin allí lo tomaron y lo mataron.
Dicen que aunque fueron muertos los dioses, no por eso se movió el sol. Luego el viento comenzó a soplar y ventear reciamente, y él le hizo moverse para que anduviese su camino. Después que el sol comenzó a caminar la luna se estuvo queda en el lugar donde estaba. Solamente después del sol comenzó la luna a andar. De esta manera se desviaron el uno del otro y así salen en diversos tiempos: el sol está durante el día, y la luna actúa en la noche, o alumbra en la noche.

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