
En mi amplia "cedeteca" comienzan a abundar muchas grabaciones compradas a los intérpretes en los propios conciertos pero también regalos de los propios artistas, muchos amigos de los que aprendo siempre y con los que comparto la alegría de estos "hijos sonoros", pues no en vano cada disco es como un nuevo retoño que ve la luz y dejamos en herencia para disfrute de todos los que vengan detrás.
Hoy quiero comenzar con la pareja formada por Mª Teresa Pérez Hernández y Francisco Jaime Pantín, grandes y laureados concertistas, juntos y como solistas, pero todavía mejores personas, Mayte y Paco para sus cercanos, cuyos destinos canario-asturianos tenía que unir la música, y que además han inculcado esta pasión también a los suyos, no ya como profesores de piano en el Conservatorio de Oviedo (¡menudo departamento de tecla!) a una amplia lista de alumnado que está triunfando en distintos campos, sino también "en casa" (su hijo Daniel es la mejor prueba aunque se decantase por el violín), algo que no siempre ocurre.

Cosme Marina dedicó un excelente artículo en LNE al disco, titulándolo "Un callado rumor", que refleja perfectamente lo que atesora: "configuran un discurso musical emocionante que va de lleno a la entraña del piano romántico o, lo que es lo mismo, a la plenitud del instrumento. La interpretación del dúo es fascinante en su cuidado estilístico, en el preciosismo con el que se recrean en los pasajes más líricos, y en la capacidad para transmitir la pasión por una música de arrebatadora belleza y, quizá por ello, con el poso melancólico de un tiempo perdido y casi olvidado. La hondura expresiva de cada versión redondea este disco cercano en el que la buena música manda por sí misma sin necesidad de grandes alardes dejando que esta música fluya con su exquisita nobleza". Las obras elegidas han sido las Variaciones sobre un Tema Original D. 813, la Fantasía en Fa m. D. 940, el Allegro en La m. D. 947 "Lebensstürme" y el Rondó en La m., D. 951.

Quiero entresacar algunas de las frases no ya de análisis de las cuatro obras elegidas sino de los comentarios porque son muy indicativos de lo grabado: como auténtica preparación a la escucha escribe: "La relación de intimidad, de cohesión y complicidad que se establece entre dos pianistas que comparten el mismo teclado es la más cercana, directa y entrañable de todo el universo camerístico". No podría concebirse desde una tecnología que grabase a cada uno por separado y luego se mezclase (aunque de todo hay en la botica discográfica). Lo mejor es cuando comenta que "es la única formación en la que incluso el contacto físico es inevitable y quizás precise de una complicidad que se establece entre los intérpretes más allá de lo musical", auténtica respuesta a mi pregunta sobre la unidad que tienen todas las obras en el plano interpretativo (el Allegro D 947 realmente derrocha ardor y pasión), la complicidad más allá de lo musical pero con la música como principio y final (el Rondó D 951 sólo puede alcanzar la serenidad, elegancia y lirismo desde la vida y profesión común del matrimonio Wanderer). Hay dúos fraternales como el de las Hermanas Labeque que pueden corroborar ese vínculo necesario para afrontar este Schubert, incluso padre e hijo como Artur y Karl Ulrich Schnabel o Emil y Elena Gilels, su hija.
