Pues va a ser que sí, que hay dos Españas. Del Bosque se apresuró a negarlo después de que a Luis Aragonés se le fuera la mano -y la lengua- tras el partido ante Suiza. Pero lo cierto es que de aquel prodigio de la Euro 2008 al equipo de este Mundial va un abismo. Sólo se parecen en el color de la camiseta, la estomagante roja, hasta en la sopa el mote de las narices.
Volviendo al fútbol, ningún rival del Europeo fue tan flojo como Honduras. España pudo meterle un saco, pero no lo hizo. No me vale lo de “lo importante es tener ocasiones”. No, lo importante es aprovechar las ocasiones. Y España no las aprovecha, y no porque haya mermado su calidad futbolística -el equipo es básicamente el mismo-, sino porque ha perdido frescura y, opinión subjetiva, vive atenazada por la ansiedad. Puede que todo sea fruto del primer partido, una derrota dura por inesperada, que obliga a los hispanos a ir con la soga al cuello el resto de la primera fase. Puede. Pero también puede que no. Y me da que va a ser que no.
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