Revista Humor

Dos grandes argumentos

Por Alejandropumarino

Dª Soledad Sánchez se declara propietaria de sus pechos, nadie lo pone en duda, y manifiesta públicamente poder hacer con ellos lo que le de la real gana, o sea. Contra la campaña publicitaria política, o al revés, que tanto da, se manifiesta un partido de izquierdas, progresista, Esquerra Republicana, pero en versión balear, que también existe. Esto de la desnudez no es patrimonio de izquierdas ni de derechas y ya mostró torso desnudo el Sr. Rivera, también en la costa mediterránea, para promocionar Ciutadans, que es una formación híbrida con vocación no independentista, lo que no deja de tener bastante sentido común. Escribía Ussía, escasa fechas atrás, que habiéndose dirigido la Sra. Ferrusola, esposa de Pujol, a D. Alfredo Goyeneche, vasco afincado en Madrid, en catalán y en el curso de una comida oficial, ante el desconocimiento de la lengua local de éste último, la dama le ofreció hablar en francés, con lo que el susodicho se levantó de la mesa y se fue a comer a un afamado restaurante barcelonés. De aquella, a Pujol, médico reconvertido y político de gran talla, se le consideraba un hombre prudente, alejado de las intenciones separatistas de otras formaciones como ERC, pero incapaz de contagiar la prudencia a su propia familia. Después, los mismos radicales que se erigen en adalides de la libertad, protestan porque Dª Soledad hace con sus mamas lo que le viene en gana, y la protesta no nace del escándalo, sino del temor a perder votos, convirtiéndola en otra forma más de hipocresía, que es la línea habitual en los políticos nacionales. Laporta utilizó en su campaña a una actriz porno, sin más tapujos, porque el sexo vende, y no sé si eso dejó mal a Albert Rivera, que quedó en pelota, y nunca mejor dicho, ante la imagen del expresidente del FC Barcelona encorbatado, junto a una profesional del sexo; yo, personalmente, odiaría la comparación. Ahora los radicales se escandalizan por el temor a que unas tetas les quiten votos y eso es una evidente falta de fe en su proyecto político, en su oferta electoral, probando una vez más, que no se discuten las ideas, sino las poltronas. Por mi parte, prefiero los argumentos de la Sra. Sánchez a la foto del Sr. Puigcercós, y el cartel del Sr. Laporta estaría mucho mejor sin la imagen de su líder, aunque esto sea solo una opinión muy personal.


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