Tenía mucho miedo del planteamiento y la alineación que pudiera poner Mourinho hoy en el Camp Nou, y se confirmó que dejaba a Marcelo fuera para poner a Coentrao, un buen jugador, pero que nada tiene que ver con el brasileño. La apuesta era clara: defender y defender. Como madridista no me gustan estos planteamientos, pero al final ha salido bien.
El Madrid ha dejado el balón al Barça, y cuando lo tenía, lo perdía rápido, pero el equipo ha estado casi en todo momento impecable en este aspecto. El gol de Khedira a los 17 minutos -no es fuera de juego, porque el pie del jugador del Barça está más cerca de su portería que cualquier jugador del Madrid- ha hecho que el Madrid redoblara esfuerzos en defensa y sólo una genialidad de Messi en el segundo tiempo hizo temblar la voluntad del equipo blanco. Afortunadamente, una jugada eléctrica con pase magistral de Özil y una magnífica definición de Cristiano Ronaldo tan sólo cuatro minutos después del empate, prácticamente finiquita la liga. Todavía quedan partidos y no debe dormirse el club de Concha Espina, pero la liga, por fin, está casi sentenciada, y con justicia, porque un equipo capaz de marcar 109 goles en treinta y cuatro partidos merece el título con creces.
Me alegro de que el Madrid haya ganado en Barcelona por fin después de cinco años, aunque me queda el mal sabor de boca de pensar que también se habría ganado si le hubiera quitado el balón al Barça y hubiera jugado al ataque. Casi somos campeones... ¡Hala, Madrid!