Revista Opinión

Dos Imagenes Ii

Publicado el 04 agosto 2018 por Carlosgu82

Elegí un mal momento al transcribir el artículo anterior a medianoche; cuando el sueño generalmente termina por embotar nuestra memoria y por ende la falta de concentración altera nuestras facultades en muchos sentidos.  Algunas palabras traspasaron el umbral de la ortografía, que colapsó irremediablemente.   Por ejemplo en la palabra “ajedres” (ajedrez) y alguna que otra que el diccionario virtual y yo ( por no hacerme la única responsable) pasamos por alto en algún momento.  La verdad es vergonzoso cometer algún error de transcripción, por desconocimiento o por descuido, al hilar erroneamente una narración  o escrito para quien pretende ser un escribidor. Es absolutamente necesario revisar con perspicacia la escritura, antes de lanzar al ruedo la corta o larga edición de una idea, que por falta de tiempo, cansancio, dejadez o cualquier otro motivo,  no “pulimos” adecuadamente y por consiguiente la tal, no llega ordenadamente escrita a los lectores quienes tanto respeto  merecen. En fin, a otra cosa mariposa.

¡Hoy es viernes! todas las compañeras de trabajo se acicalan concienzudamente para  ir a la Empresa, sobre todo las que llevan muchísimo tiempo en sus cargos, ya que su situación financiera es mucho mas holgada que la mía, pues recién empiezo a  a dar mis primeros pasos en cuanto a “independencia” se refiere.  A ratos, cruzan por mi cabeza pensamientos negativos que invaden mi positivismo y traen a  mi memoria momentos pasados con mi ex-familia, ex-hogar, ex-todo.  Una ligera depresión viene a instalarse en mi cuerpo haciéndome sentir añoranza por el tiempo pasado en el fragor del nido con los amores filiales.

Tuve suerte, el bus no tardó en llegar, pero mis piernas han comenzado a traquetear de miedo pensando en la respuesta negativa que mi jefe pueda darme por ésta nueva ausencia en mi trabajo, y entre codazos, pisotones y empujones me subo al destartalo vehículo cuyo chófer nos recibe con una re usada camisa verde   claro desabotonada hasta hasta los pectorales y explayado sobre una silla rota, revestida con una curtida franela blanca y una paca de billetes de varias denominaciones en la mano izquierda, acompañado de un joven muchacho encargado de la cobranza del pasaje (un colector) como lo llamamos por estos lares. -¡Oh mi Dios! ¡El doble de pasaje que ayer!- ¡Tragedia griega! tendré que ajustar mi menú alimenticio.  Quizás a media sardina.

Continuara…


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