Revista Cultura y Ocio
Ironizaba hace años el argentino Jorge Luis Borges acerca de la expresión “viaje espacial”, afirmando que en realidad todos los viajes cumplen ese requisito topográfico, si lo pensamos con calma. Mucho más sugerentes son, sin duda, los viajes temporales; es decir, aquellas transgresiones en las que se vulnera el orden lineal o la velocidad del tiempo. Y precisamente el tiempo (que es la Gran Dictadura, la más onerosa de cuantas nos son infligidas) se convierte en el telón de fondo de esta obra juvenil de Care Santos: Dos lunas. En ella acompañamos a unos chicos que viajarán del futuro al pasado para reconducir una trayectoria planetaria tan oscura que provoca repeluzno. En el año 3003, un abominable tirano conocido como Nigro Vultur controla con mano de hierro el mundo, apoyándose en una vasta legión de soldados enmascarados y en el miedo atroz que ha sembrado tan eficaz como minuciosamente entre sus contemporáneos. Para que su imperio tenebroso no conozca objeciones ni sufra críticas, Nigro Vultur se ha encargado de exterminar el último reducto de inteligencia y cultura que quedaba: los miembros del Clan de las Dos Lunas, unos seres pacíficos, respetuosos y sosegados, que vestían con túnicas blancas (de ahí el sobrenombre de Los Albos) y que ejercían su derecho de análisis y la discrepancia civilizada. Pero, por suerte, la exterminación perpetrada por Nigro Vultur no es completa: dos hermanos gemelos recién nacidos, Eilne y Níe, son enviados al inicio del siglo XXI para que actúen y desvíen ese rumbo aciago. Lamentablemente, los secuaces de Nigro Vultur no están desprovistos de audacia, y algunos de ellos se introducen en la Grieta del Tiempo (la que usó la madre de Eilne y Níe para viajar hasta el siglo XVI y, con la ayuda de san Juan de la Cruz, conocer al padre de sus hijos: el astrónomo Tycho Brae) para perseguir a esos niños prodigiosos y neutralizarlos... Desde que Wells ideara su espectacular viaje en el tiempo (preconizado por un inspiradísimo don Juan Manuel, en su historia de don Yllán de Toledo y el deán de Santiago) han sido docenas los autores que han utilizado este recurso en el mundo de la novela (uno de los últimos y brillantes ejemplos lo tenemos en Kronos: la puerta del tiempo, de Felipe Botaya); pero Care Santos es la que mejor lo ha llevado hasta el público joven, presentándole una historia donde la amistad, el heroísmo y el sentido del deber se mezclan para crear una trama seductora. Estamos sin lugar a dudas ante un libro lleno de sorpresas y de episodios vibrantes que puede servir para iniciar febrero con una lectura excelente.