Caen como pájaros acosados
como aves en la mira del cazador.
Un tiro en el abdomen,
diecisiete días de agonía en Mérida
hasta que, por fin,
la bala asesina logró su objetivo:
Eduardo Márquez murió.
Una vez más,
la bala de la dictadura triunfó.
Casi al mismo tiempo,
cuando Eduardo, herido en Pie del Llano
exhalaba su último exterior,
En los alrededores del Obelisco, en Barquisimeto,
un disparo certero y mortal
al pecho,
mató a Rubén Morillo,
en la calle 54.
Veinte años tenía Eduardo,
Veintiocho, Rubén.
Doce han caído en Barquisimeto
por la sanguinaria represión.
Por docenas se cuentan los muertos
en el no-país.
Pero, cada muerto tiene un nombre,
Hoy fueron:
Eduardo Marquez
Y Rubén Morillo.
Cada caído es un dolor.
Cada víctima es un luto.
Cada joven asesinado
es una familia rota
irremediablemente.
¿Qué importa si la voz de...