Hoy contamos con una
nueva colaboración de Antonio de la Torre; y nos habla de dos mujeres, Mercedes
Alaya y Dolores Agenjo, la directora que se negó a entregar las llaves “a los
voluntarios” para el referéndum. Un artículo interesante y que no os podéis
perder. ¡Feliz martes!
No es España un país en
el que falten mujeres de postín a lo largo de su Historia. Basta con dar un
breve repaso para ver que las encontramos en todos los ámbitos.
Así, en el campo de la
política, entre otras, podemos destacar desde Isabel la Católica, la gran reina
de Castilla que consiguió, tras la unión con Aragón –Condado de Barcelona
incluido- por su boda con Fernando , acabar casi ocho siglos de Reconquista y
la Unidad Nacional, además de impulsar y financiar el descubrimiento de
América, hasta Agustina de Aragón en su desigual lucha contra las tropas
napoleónicas, sin dejar a Mariana Pineda, defensora liberal de la Constitución
de Cádiz, La Pepa de 1812, que pagó con su vida la osadía de enfrentarse al
absolutismo de Fernando VII, el conocido –no sin razón, por cierto- como Rey
felón.
En el mundo de la
cultura, también entre otras muchas, tenemos ejemplos como Beatriz Galindo, La
Latina; Cecilia Böhl de Faber, que escribía con el pseudónimo de Fernán
Caballero, cosas de la época; Emilia Pardo Bazán; María Zambrano, discípula de
Ortega o Rosalía de Castro, por citar
sólo algunas.
Como es obligado, no
puedo dejar de reseñar a Santa Teresa de Jesús, fundadora de la Orden del
Carmelo y doctora de la Iglesia o a Sor Juana Inés de la Cruz, poetisa
hispano-mejicana, conocida como “La décima Musa”.
Tampoco en el mundo de la
Ciencia están ausentes nuestras mujeres, entre las que destacan Margarita de
Salas, Presidenta de la Fundación Severo Ochoa, entre otras muchas cosas, y
Sara Borrell, con más reconocimiento internacional que en España, algo muy
usual, por desgracia, en nuestro país.
Ya sé que me dejo en el
“tintero” a muchísimas mujeres ilustres y famosas. El Arte, la Música, el Cine,
etc., también darían muy buenos ejemplos,
que no se enfade nadie, pero entonces no acabaría este artículo de
opinión, que no sería tal, sino un resumen histórico, cosa que no pretendo y
para la que, sin duda, hay mucho más cualificadas plumas –o teclados, en este
caso- y en muchos libros de Historia, Literatura, Ciencia, Arte o en “San”
Google, podrá encontrar el lector curioso la interminable lista de mujeres
españolas ilustres, o de armas tomar, a lo largo de los siglos.
Pero no, no era ninguna
de estas señoras, que también lo merecerían, a las que dedicaba el calificativo
“de raza” con el que titulo este artículo, sino a otras dos que, de momento, no
han pasado a la Historia, pero que pasarán, sin duda, más pronto que tarde por
su arrojo y valentía. Me refiero a la Juez, que no jueza, Mercedes Alaya y a la
directora de un Instituto catalán, Dolores Agenjo. Norte y sur, representados
por este par de mujeres valientes que han dejado constancia de que no se
arredran ante las amenazas y presiones de todo tipo del pervertido y politizado
sistema político que nos domina.
La juez Mercedes Carmen
Alaya, sevillana -Écija, 1963- accedió joven a la judicatura -25años- y dejó el
anonimato cuando empezó a instruir el
conocido como “EREgate” –el Caso de los ERE-, que tuvo su inicio a partir del
Caso Mercasevilla, que se instruía en el juzgado nº 6 de Sevilla al que ella
llegó en 1998 -ese caso que se hizo
famoso por las prejubilaciones masivas de “empleados”, con antigüedad laboral
equivalente (en algún caso) a la edad del prejubilado y familiares diversos
(suegra incluida) entre los supuestos regulados-. Pero ya antes, nuestra
heroica Juez, tuvo repercusión mediática cuando, en 1990, procesó al que era
Alcalde de Fuengirola –Sancho Adán (PSOE)- por presunta malversación de fondos
públicos.
No voy a entrar aquí en
el detalle, pormenores ni avatares de la instrucción, sobre lo que hay ríos de
tinta en todos los medios, pero sí quiero destacar que, tras una primera
recusación, un largo periodo de baja por las presiones recibidas durante la
instrucción del caso de los ERE, reanudó la instrucción, superó una segunda
recusación y acabó imputando a no pocos altos cargos y a dos expresidentes de
la Junta de Andalucía, Manuel Chaves –el que “necesitaba traducción simultánea
para entenderse con el cordobés José Montilla en el Senado- y su distinguido
sucesor José Antonio Griñán, que ocupó el sillón presidencial cuando se empezó
a complicar el caso y la imputación de Chaves se veía venir que, entonces,
buscó cobijo, con su fiel “escudero” Gaspar Zarrías “el conseguidor” y “señor”
de Jaén, en el Senado, ese cementerio de elefantes, “presuntos corruptos” y
descabalgados por las urnas que protege con el aforamiento a sus señorías en
lugar de ser cerrado y destinado su suntuoso palacio a museo, tras la
conveniente “esterilización” y limpieza. El mismo camino, por cierto, siguió
después Griñán, hasta que la vista del caso como imputados, los dos, por parte
del Tribunal Supremo y la descafeinada ‘presión’ de Ciudadanos para apoyar la
investidura de Susana Díaz –que ya veremos si no resulta salpicada (indicios
parecen existir)- después de tres meses de “durísimas negociaciones” entre
ambas formaciones, los apartó del primer plano de la política. Bueno, en el
Senado ya eran simples calentadores de asiento.
Termino la reseña sobre
esta valiente Juez comentando la algo más que aparente ‘felonía’ que al final
se ha acabado imponiendo, una prueba más de la “poca” relación que existe entre
política y justicia, las dos con minúscula en este caso. Cuando la Juez Alaya
solicitó un puesto que le correspondía en la Audiencia Provincial de Sevilla,
en la seguridad de que podría seguir con la instrucción de los sumarios que ,
hasta entonces llevaba –ERE, Betis, Formación (EDU)-, de lo que existían
numerosos precedentes. Pero no, cuando todo apuntaba a que su sucesor, en el
juzgado que dejaba, sería su juez ayudante y de apoyo en los casos citados,
aparece una “actriz” invitada, desconocida hasta entonces, la Juez Mª Ángeles
Bolaños, desde 2004 juez de familia, sin experiencia conocida en Derecho Penal
y el escalafón como único “mérito”, que “solicita” de manera tan sorpresiva
como urgente, sin haber tenido la tentación de hacerlo en ocasiones anteriores
con otros juzgados que quedaron vacantes, el juzgado que dejaba doña Mercedes.
Se da, además, la circunstancia de que esta señora está casada con el
psiquiatra forense Julio Guija que fue promovido, al parecer sin muchos méritos
objetivos que lo justificasen, a la categoría de director del Instituto de
Medicina Legal, por libre designación, en una decisión de la entonces Consejera
de Justicia de la Junta. Huele ¿verdad?
Para remate de “coincidencias”, circunstanciales sin duda, está la
conocida amistad de este matrimonio con el actual consejero de Justicia e
Interior, Emilio de Lera, antes fiscal en Sevilla.
En definitiva, la Juez
Alaya ha quedado definitivamente apartada de sus casos, después de que su
“independiente” sustituta anulara un auto de su predecesora, troceara el
expediente y, ¡oh, milagro! , en pocas semanas, acarreara una lluvia de
“tranquilidad” -¿debería decir “presunta” impunidad?- entre los expresidentes y
demás altos cargos imputados por doña Mercedes, que se retira de la instrucción
con la cabeza muy alta tras esa decisión “nada” política y, sin duda,
“profesional y objetiva”.
No es menos destacable la
circunstancia que concurre en nuestra segunda mujer de raza, Dolores Agenjo, la
entonces directora de un Instituto de Hospitalet, que se negó a cumplir la
orden -“indicación” dicen las autoridades de la Generalidad catalana- de
entregar las llaves del centro para convertirlo en “colegio electoral”
destinado al simulacro de referéndum secesionista que el lunático y poco
honorable Arturo Mas decidió hacer el 9 de Noviembre del pasado año –lo que
vamos conociendo sobre la financiación de CDC y, al parecer, la suya personal a
la sombra de los Puyol, amerita ese calificativo-, en esa llamada a las urnas
de cartón, que duró una o dos semanas, en la que el control del censo brilló
por su ausencia y a la que, algunos, claramente dotados de un espíritu de
“colaboración ciudadana” infinito y una enorme dosis de generosidad y
“patriotismo pueblerino”, parece que acudió varias veces. Pese a lo cual, poco
más del 50% del 35% que acudió a las urnas, es decir, un escaso 18% del
“pueblo”, dijo sí a la pretendida secesión
independentista. Lo que se dice un “aparatoso” batacazo. Perdón, quise
decir “triunfo”.
Esta directora, única
entre sus numerosos colegas, dijo NO a la cacicada caprichosa del presidente de
la Generalidad de Cataluña, se mantuvo firme en su respeto a la Ley y a la
Constitución Española, pidió que se le entregara la orden por escrito, que no
recibió –así de valientes son el reyezuelo Arturo y sus ‘caballeros de la mesa
redonda”-, y no entregó las llaves de su centro, afrontando en ese momento
amenazas y presiones de todo tipo por parte de las hordas catalanistas.
Ahora, tras casi un año
de incomprensible retraso de la justicia, otra vez con minúscula, esta mujer
valiente reaparece contradiciendo las declaraciones de Irene Rigau, la
consejera de educación (por supuesto, también con minúscula) –tal vez sería más
apropiado llamarla de adoctrinamiento- a la que deja en evidencia y desmiente
categóricamente reiterando las reuniones previas, la llamada de la directora de
Servicios Territoriales, el 7 de Noviembre anterior, para decirle, en un más
que evidente último intento de presión y/o amedrentamiento, que “era la única
que no había entregado las llaves”, que “le daría la orden por escrito” pero “que no se la enseñara a nadie” y que,
ante la respuesta de la directora de que sí la enviaría a la Delegada del
Gobierno en Cataluña, reculó y la emplazó a una nueva llamada tras la
pertinente consulta a la superioridad, que nunca se produjo y, así, el
Instituto que dirigía doña Dolores permaneció cerrado ese día.
Veremos en qué se traduce
este acto de valentía y si sus declaraciones ante el TSJ de Cataluña ejercen el
efecto debido y contribuyen a poner en su sitio –en el banquillo- al señor Mas,
cada vez ‘menos’, que trata de escabullir su responsabilidad –eso sí que es
‘valentía’- aludiendo a la “colaboración ciudadana” como parte activa en la organización
de la consulta ilegal, conocida por algunos como “merendéndum”.
Hasta aquí mi pequeño
homenaje a este par de mujeres valientes que no han cedido a las presiones de
los políticos ni de la politizada justicia que, cada día, se supera en sus incomprensibles
decisiones cuando de juzgar a políticos se refiere.
Un par de mujeres con… un
par de atributos, permítaseme la expresión. Mi aplauso entusiasta por su
valentía, que hará Historia, esta vez sí, con mayúscula. Mi apoyo y el de, sin
duda, muchos millones de españoles de bien, andaluces y catalanes en
particular, por su gesto encomiable.
Revista Política
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