La Noche Vieja es la "Meta" de un tiempo que termina y una "Salida" de otro nuevo que empieza, pero a lo largo de la Era Cristiana, hay dos en concreto que al mundo le han tenido en "vilo", las Noche Viejas, la del Año 999 y la de 1999, ambas tienen el gran componente de "Cambio de Milenio", ambas asustan, ambas dan cierto miedo, por lo que los números representan de cara a nuestra propia existencia, hoy les contaré la del Año 999.
La Noche Vieja del año 999
En el Año 999 caminando hacia el Año 1000, se nota lo que Nuestro Mundo aún no había evolucionado, por tanto esa falta del saber tiene aún más reflejo en los miedos que aún siendo ancestrales atenazan al ser humano, que provocan temores apocalípticos, e incluso situaciones de histeria muy generalizadas, hubo miedo, mucho miedo y situaciones de pánico en toda Europa, se dice por historiadores que llego a tal punto, que por ejemplo en el tramo desde la noche del 31 de diciembre del 999, al 1 de Enero del año 1000, se convirtió todo un país al Cristianismo como Islandia, las gentes vendían sus posesiones y se concentraban en la Iglesias cercanas, los monjes dejaron de copiar la Biblia, es decir su trabajo más Sagrado y más importante.... se paró. El Comercio quedó en suspenso, se perdonaban las deudas, se confesaban los pecados a toda prisa, porque el "Juicio Final" se veía como sobrevolaba las cabezas de los habitantes de Europa, y la Iglesia como en muchas ocasiones fue protagonista
El Papa Silvestre II, se dirigió hasta el Altar Mayor de la Basílica de entonces de San Pedro, llena hasta los topes de hombres, mujeres, niños y niñas de todas las edades y clases sociales, dicen las crónicas: "Había un silencio tan tremendo, que llegaba el sonido del roce de las mangas blancas del Pontífice al caminar a través del Altar y curiosamente había otro ruido que iba cantando el caminar hacia el final de ese especial Año, antes de ese Juicio que parecía estar muy próximo, era un ruido que salía de la Sacristía proveniente del Tictac de un gran reloj que iba dando el latido segundo a segundo que se iba desgranando".
El Papa era un hombre tranquilo, sosegado, con gran fuerza de voluntad, y cómo ¡no!, un hombre inteligente, que posiblemente había dejado abierta la puerta con todas las de la ley, para crear esa inmensa atmósfera que le daba toda la extraordinaria solemnidad, el silencio seguía, con sus manos elevadas al Cielo oraba, esperando el acontecimiento que marcaría el gran Reloj, mientras las personas allí congregadas empezaban a congestionarse las gargantas por la gran tensión, con inclinaciones de gran terror, y....de pronto el Reloj da las campanadas Una, dos......hasta 12 con una propagación de la última a cámara lenta....
Entonces El Papa Silvestre dibujo una gran sonrisa en su cara, de vencedor inequívoco, extendió sus manos sobre todos los allí reunidos y abriendo sus manos dio la bendición; el órgano y las Campanas y el Coro se pusieron todos en funcionamiento, al mismo tiempo que las gargantas liberaban su tensión padecida con "Te Deum Laudamus", A ti Dios te alabamos, al que se unieron todas las personas. Fue un acontecimiento en el que se cuenta que hubo muertes de auténtico miedo, quizás lo peor vino después, al normalizarse la vida.
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AdendaSilvestre II, francés de origen, y astrónomo por afición, donde observó tiempo antes cometas en el cielo, calamidades, epidemias.... Todo un conjunto parecido al de ahora.