Revista Diario

Dos operaciones fracasadas

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
La operación "retirada del biberón" se ha ido al garete. Empecé con ganas, buscando alternativas, pero en cuanto los virus y achaques varios empezaron a hacer estragos, flojeé. También es verdad que en ningún momento hubo signos de que fuera a funcionar la retirada. Simplemente, si un día no había biberón, no había leche. No conseguí que el niño bebiera de ningún otro recipiente que no fuera su biberón, ni echándole cacao a su leche, ni probando en todos los vasos de la casa, ni con pajita ni sin ella. 
Todavía tengo pendiente y marcado en el calendario para esta semana la introducción de la leche de vaca entera en sustitución de la suya de crecimiento. Ahí haré un último intento de retomar la retirada, esperando que le guste más ese sabor y por tanto lo considere diferente al tradicional biberón. Que ya es curioso que se beba, por ejemplo, los Actimel del propio envase, utilizando una pajita, y no haya forma de quitarle el biberón del desayuno y la cena.
Si fracaso de nuevo, lo dejaré pasar un tiempo. Me parece una tontería insistir cuando el niño no está preparado y aunque el biberón de la cena es prescindible, el de la mañana considero que supone un alimento importante y no quiero que se quede sin ese aporte.
La otra operación que se ha ido al garete de forma simultánea ha sido la operación "cepillado de dientes". No había comentado nada de ella porque esperaba poder contar que había sido un éxito, pero lo poco que ganamos al principio lo hemos desandado ahora totalmente. Le presenté el cepillito de dientes con 18 meses, quizá un poco tarde, pero es que ya me imaginaba la fría acogida que iba a tener. Mi hijo, que nunca ha querido chupete, tampoco iba a querer meterse nada, por la fuerza, en la boca, era evidente. Las primeras semanas le hizo algo de gracia, que si una canción, que si imitando a mamá... no es que se cepillara los dientes ni que yo consiguiera limpiarle gran cosa, pero al menos ya cogía el cepillo él solito y hacía ademán de moverlo por los dientes. Sin embargo, en cuanto se puso malito en mayo decidió que no quería verlo ni en pintura y ahora mismo sale corriendo por el pasillo en cuanto lo ve y si le cojo, cierra la boca con fuerza o pone la lengua delante de los dientes para impedir que se los limpie.
Igual que la operación "retirada del biberón" no me preocupa nada, el tema del cepillado de dientes sí que me tiene algo pensativa. Mi hijo hace ya mucho que come prácticamente como un adulto y, por lo tanto, se mancha la boca como un adulto. En estas semanas que ha decidido que no quiere ver el cepillo de dientes ni en pintura he vuelto a verle de nuevo con trocitos de comida entre los dientes, cosa que no me hace gracia ninguna. Pero como forzarle es contraproducente, no me queda otra que dejar pasar unas semanas y volver a la carga en cuanto que se le ha olvidado un poco.
¡Veremos si en un par de meses hemos hecho progresos!.

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