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Dos palabras

Publicado el 06 noviembre 2012 por Angeles

Recientemente he añadido a mi vocabuario personal dos palabras nuevas. Son dos palabras fabulosas, por su forma, por cómo suenan y por su significado.Dos palabras que, me parece, no son muy prácticas, porque aún no he encontrado la manera de dejarlas caer en ninguna conversación cotidiana. Pero son tan estupendas que las traigo aquí por si ustedes tampoco las conocen y les resultan interesantes.Las dos palabras en cuestión son apotropaico y bibliótafo. Contundentes, ¿eh?Dos palabrasApotropaico es, según el diccionario de la RAE, aquello que “por su carácter mágico, se cree que aleja el mal o propicia el bien.” Y deriva del griego apotropaios, "alejar el mal." Al principio pensé que lo apotropaico era solo cosa de ritos y supersticiones ancestrales, como las ristras de ajo para ahuyentar a los vampiros, los talismanes y fórmulas antidemonios que salen en las películas, y los fetiches y objetos rituales que vemos en los museos arqueológicos. Pero no. Indagando un poco más sobre esta palabra, he visto que lo apotropaico está muy presente en nuestras costumbres y nuestra cultura, porque algo tan común como tocar madera o cruzar los dedos para llamar a la buena suerte, son gestos apotropaicos, y los amuletos que muchas personas llevan consigo porque creen que les traerán buena suerte o los protegerán de la mala, son objetos apotropaicos.
Pero lo que más me ha llamado la atención es que, según he leído aquí en algunas culturas de África y Asia existen también los nombres apotropaicos. Son nombres que se relacionan con la fealdad, la enfermedad y con determinados animales (“gallina negra”, “hipopótamo”) y al ponerle a sus hijos esta clase de nombres los padres buscan engañar a los entes malignos haciéndoles creer que se trata de niños no deseados, pues estos no son atractivos para los demonios y por lo tanto no se los llevarán.He aquí  la magia de las palabras.En cuanto a bibliótafo, lo que más me ha sorprendido es que no aparece en el diccionario de la RAE, ni en el María Moliner, ni en el Espasa-Calpe…  Sí en este otro, aunque con una defición un poco lacónica, me parece a mí.Y en este interesante blog también se habla del bibliótafo.
Yo me tropecé con esta palabra en un texto americano, y esto es interesante, porque el término está recogido en el diccionario Webster (americano) pero no en el Collins ni el Cambridge (británicos).Pero lo que importa aquí es el significado de esta palabra tan curiosa, que denomina a aquella persona que oculta sus libros valiosos, que los esconde, que los encierra como en una tumba. No en vano en su etimología encontramos el sufijo griego taphos, que se refiere precisamente a la sepultura o enterramiento, como en epitafio y cenotafio. Dos palabrasEl bibliótafo, por lo tanto, es poseedor de libros raros y valiosos, y en su afán por conservarlos impolutos, incólumes e incorruptos, los encierra en su biblioteca, bajo llave si hace falta, y los oculta a la vista de todos.
Pero yo creo que algunos, en nuestra modestia librera, somos también un poco bibliótafos, porque las circunstancias nos han llevado a ello. No tenemos primeras ediciones, ni incunables ni nada parecido, y en una subasta no darían un euro por nuestros ejemplares. Pero para nosotros son valiosos por motivos que no se pueden tasar. Y uno de estos  libros se lo prestamos un día a un amigo que nunca nos lo devolvió.Otro se lo dejamos a otra persona que nos lo devolvió, sí, pero con la cubierta sucia, las esquinas dobladas y arena de la playa entre las páginas.Por eso, tras perder para siempre varios libros y recuperar otros hechos una pena, decidimos no volver a prestar ninguno. Nunca más. A nadie. Ya está: bibliótafos a la fuerza.
Luego siempre acabamos haciendo alguna excepción, claro: personas de las que nos fiamos plenamente, porque  comprenden el apego que se le puede tener a un libro, y que probablemente han sufrido también las consecuencias de los préstamos desafortunados. Pero para el resto del mundo, nuestros libros no se tocan.
Pero entonces, si muchos somos un poco bibliótafos y muchos también un poco apotropaicos, ¿por qué me está costando tanto colar estas palabras en mis conversaciones? Dos palabras

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