Revista Sociedad
La broza siempre será broza. Se podrá esperar, en una borrachera de candidez, que se presten frondosos los brazos del verdal; pero, cuando los vientos de la inocencia arrecian y se pliegan a la realidad, toda ella se muestra tal cual: marcesible.
Imaginar que nuestro maestro Zen y artero profesor del milenario Feng-Shui, Zapatero, iba a ser capaz de soltar las amarras de su furia controlada y contenida a fin de resolver el conflicto del Alakrana como mandan los cánones de la decencia política y moral es, cuando menos, tarea sólo al alcance de los prodigios de la taumaturgia. En un alarde de zorrería rayana con lo carroñero, el pequeño Buda leonés hizo un ejercicio de la más alta felonía. Nada importa que la gumía y el Kaláshnikov se impusieran a la Ley y el castigo. Tras llenar la faltriquera de los piratas con cuatro milloncejos, se permitió ese baño de flashes que tanto gusta al conspicuo monclovita para que, en un conato de Parusía televisiva, su noble y altruista gestión quedase inmortalizada como una de las mayores gestas acometidas por un Gobierno. Y a otra cosa...
...Pero resulta que el tonto da y el sabio recibe. Lejos de haber demostrado ser un hábil administrador allá por las quimbambas, tanto aquí como en la última chabola de Haradhere, la imagen proyectada es la de un pobre corderito mueso incapaz de dar un balido más alto que otro. Y nada peor que regar los campos de la pobreza con una lluvia de billetes fruto de la delincuencia. A resultas de ésta, los jóvenes corsarios, crecidos y henchidos de heroicidad, dormirán el sueño de los justos durante un tiempo para, renovadas las fuerzas y quemado el peculio, llamar a filas nuevamente a todas las hormigas asesinas. Quién sabe si la próxima película será protagonizada por cien piratas con algo más que armas. Y es que hay algo aún más peligroso: la técnica.
Así, el hecho de que el Gobierno se ofrezca a entrenar a militares somalíes cuando carecen de la más mínima sombra de legalidad, no impide pensar que las mafias piratas terminen buscando mercenarios en el propio Ejército somalí. Cosas del buenismo escarlata. Primero se llena el cofre de los criminales para su posterior rearme y, por tanto, ampliación de objetivos. Después, se les da alas al refinamiento técnico. Lo que en una empresa sería una suerte de ampliación de capital y marcar nuevas metas, Zapatero traslada esa depurada visión empresarial no a la economía nacional, sino al mundo del hampa. Es lo que ocurre cuando se halla más influido por el I Ching que por Friedman.
Del Playa de Bakio al Alakrana. Dos triunfos del crimen frente al Estado de Derecho; pero, ante todo, dos traiciones y dos mentiras. Reza el proverbio que se puede engañar a uno una vez, pero no a todo el mundo siempre. Nuestro Siddharta, imbuido por el aquí y ahora y demás paparruchadas tibias del orientalismo ramplón, piensa que el no actuar es la mejor acción -Y la mentira piadosa una obligación-. Olvida que un apaciguador es quien alimenta al cocodrilo esperando a que le coma el último...