Hace unos días le explicaba yo a un amigo que vino a verme: "Aquí en Aviñón su palabra favorita es doucement, es decir, tranquilamente. La vida de Provenza tiene su propio ritmo, mucho menos estresante que el que tenéis en las grandes ciudades".
Al día siguiente, un soleado sábado de paseo y mercadillo, escuchamos de repente a lo lejos un estruendo de cláxones de coche pitando a todo trapo. "Una boda", le expliqué, "pitan porque acaba de terminar la ceremonia y van hacia el restaurante a comer". Mi amigo sonrió. "Es curioso, cuando yo escucho un claxon pienso en atascos y malhumor, y aquí tú ni te lo planteas; es una boda porque no podría ser ninguna otra cosa".
Yo me encogí de hombros. "Ya te lo dije, aquí las cosas van doucement".