Revista Psicología

'Downshifting': bajar la marcha

Por Vagabond

Downshifting: el arte de vivir con menos

El Downshifting o Slow Down, como también se le conoce, significa literalmente: "bajar la marcha". Es una moda anglosajona que ahora está penetrando en Europa aunque a decir verdad, de nuevo tiene bien poco y sus principales ideas se basan en la sabiduría antigua y popular.


La razón por la cual este movimiento ha cobrado nuevas fuerzas se encuentra en el ritmo vertiginoso que sigue nuestra sociedad contemporánea y que logra imponernos de una forma u otra. Así, como podrán presuponer, los primeros en sumarse a este estilo de vida fueron algunos altos ejecutivos, manager y personas que tenían ciertas responsabilidades en las grandes empresas en un intento de huir del estrés, el consumismo y la carencia de relaciones humanas sólidas. Según Datamonitor (una agencia londinense), en el 2007 los trabajadores que se incluían en esta moda rondaban los 16 millones.


Algunas definiciones ya rondan la red, aquella más aceptada (por el simple hecho de hallarse alojada en Wikipedia) es: "los trabajadores que de forma voluntaria y consciente reducen su salario empleando menos horas en la actividad profesional para poseer más tiempo libre". Debo decir que esta definición no me satisface, le encuentro cierto dejo reduccionista pues desde mi perspectiva el Downshifting va más allá de un cambio externo expresado en la relación esfuerzo laboral/beneficio económico para acarrear profundas implicaciones en el sentido de la vida de la persona. Considero que el Downshifting no es simplemente reducir el ritmo de trabajo porque estamos agotados y estresados; es una decisión consciente que implica un cambio en nuestra perspectiva del mundo y en nuestra jerarquía de necesidades.


De esta manera, el downshifting se centra en disminuir el estrés cotidiano a partir de asumir un estilo de vida más satisfactorio. Este estilo de vida se sustenta en un redimensionamiento de nuestras prioridades cotidianas y de nuestros objetivos a largo plazo, apoyándose en tres pilares fundamentales: la disminución de la carga laboral, el enriquecimiento de las relaciones humanas y el consumo consciente.


Todos inmediatamente se preguntarán: "si trabajamos menos también ganaremos menos, ¿cómo podremos mantener el ritmo de consumo?". Precisamente, un punto esencial del downshifting se centra en concientizar que podemos vivir con mucho menos; se trata de cambiar nuestra jerarquía de necesidades: priorizamos las relaciones interpersonales y nuestros verdaderos intereses y preferencias sobre el beneficio económico adoptando estrategias de ahorro y reducción del consumo de todo aquello que no es verdaderamente indispensable.


Esta propuesta es practicable para cualquier persona (salvando las innegables diferencias económicas que existirán entre un manager y un obrero) porque parte de su esencia se sostiene en el consumo consciente. Seamos honestos: podemos vivir con muchísimo menos de lo que tenemos. No es necesario cambiar el móvil cada año ni ser los primeros en comprar el nuevo equipo hipertecnológico que recién salió al mercado. ¿Con qué objetivo? Dentro de 6 meses costará la mitad del precio y continuará teniendo las mismas funcionalidades. Así, todos tenemos algunas áreas en las cuales podemos reducir nuestro consumo y esto nos permitirá reducir el estrés provocado por la "necesidad" de estar en la moda o probar el último producto que ha salido al mercado.


Asumir el downshifting como una simple reducción de nuestra jornada laboral o porque es la moda del momento no nos traerá grandes beneficios e incluso puede que a la larga nos arrepintamos de la decisión tomada pero si asumimos esta propuesta como un estilo de vida donde emprenderemos un viaje a nuestro interior para intentar desgajarnos de las ataduras que impone la sociedad moderna es una opción sobre la que vale la pena reflexionar.


Recordemos que el mayor obstáculo para cambiar no solo proviene del medio sino también de nosotros mismos. Muchas personas han construido una vida en la cual se sienten "relativamente cómodas" y les da pavor salir de la misma para enfrentar algo diverso e incierto; pero sobre todo, tenemos mucho miedo a asumir las responsabilidades de las cuales nos libra una sociedad homogeneizadora.


La sencillísima frase de Zygmunt Bauman: "consumo, luego existo", resulta muy explicativa.


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