Dr. José de Silva y Olave (1747-1816), rector del Seminario de Santo Toribio ( 1811-13), obispo electo de Huamanga
José Antonio Benito
Nació en Guayaquil (Ecuador), 15.IV.1747 y murió en Ninabamba (Perú), 26.X.1816. Realista, obispo, diputado de Ultramar a la Junta Central de Sevilla en 1810. Fue hijo del capitán Jacinto Pérez de Silva y Avilés, alcalde ordinario de Cabildo, y de María Jacinta de Olave y Salavarría, ambos guayaquileños. En 1754 ingresó al Colegio Jesuita de San Ignacio y terminados sus estudios preparatorios se trasladó a la Universidad de Santo Tomás de Aquino en Quito hasta doctorarse en Teología en 1767. Entonces su padre lo envió al Seminario de Santo Toribio en Lima para que siguiera la carrera religiosa y tras aprobar los cursos recibió el título de maestro en 1777, ejerciendo la docencia por cuatro años en la cátedra de artes
En 1785 pasó al Convictorio Carolino regentado por el renovador Toribio Rodríguez de Mendoza. Aquí fue nombrado catedrático de artes y ejerció como capellán y en algunos periodos como vicerrector. En 1792 fue electo canónigo magistral de la Catedral de Lima. De modo transitorio fue rector del Colegio del Príncipe de 1793 a 1802[1]. A partir del 1794 fue tutor de su sobrino el joven estudiante José Joaquín de Olmedo, quien sería uno de los grandes políticos y poetas del Ecuador. En 1805 el arzobispo de Lima, Juan Domingo González de la Reguera enfermó gravemente y, poco antes de morir. le encargó la Arquidiócesis, misión que Silva desempeñó durante varios meses y a la llegada del sucesor -Bartolomé de las Heras en marzo de 1806- fue ascendido a chantre de la Catedral.
En julio de 1806, con motivo de la entrada pública del Virrey Abascal, Silva fue comisionado por parte del Cabildo para recibirle en Lurín, y en agosto del mismo año para recibir en Ica al nuevo Arzobispo, De las Heras. En 1807 fue designado como vicerrector de la Universidad de San Marcos. De 1808 a 1809 fungió como catedrático de Nona de Teología, a la vez que fue elegido como rector de la Universidad Mayor de San Marcos.
Al enterarse de la revolución quiteña del 10 de agosto, dirigió una exhortación a permanecer fieles a la obediencia del príncipe Fernando, mientras tanto Napoleón había hecho nombrar Rey de España a su hermano José Bonaparte y las ciudades españolas formaban una Junta Central de España e Indias con sede en Sevilla, que convocó de urgencia a los delegados de las provincias peninsulares y de Ultramar. Silva fue electo por sorteo para representar al Perú. Ante los movimientos independentistas de Quito redactará un ardoroso manifiesto solicitando a la población quiteña la más firme fidelidad al Rey. Con solemnes palabras les amonesta advirtiéndoles del valor de la Junta Central de la que él mismo es su representante y del error de juntas paralelas amparadas por el invasor francés Napoleón.:
"¿Es posible que la noble, ilustre ciudad de Quito haya levantado la cuchilla cruel y antipatriótica para cortar el santo lazo que nos unía con nudos más gratos que la vida?¿ Cómo han de poner los hijos de los primeros hombres de la España este borrón a las glorias heredadas de sus padres? [2]
Silva fue electo por sorteo para representar al Perú. El 11 de octubre salió del Callao en compañía del joven presbítero Isidro Ignacio Figuerola de la Peña. En Guayaquil visitaron a los familiares. En diciembre siguieron a Acapulco con sus sobrinos Francisco de Ycaza Silva y José Joaquín de Olmedo Maruri, a quien había designado su secretario. Se dispuso para viajar a España por México; mientras la comitiva se hallaba en México se interrumpió la comisión al disolverse la Junta Central de Sevilla, hostilizada por la presencia de los Ejércitos franceses. Silva conceptuó la inutilidad de su viaje y regresó a Lima en septiembre de 1810, pero Olmedo consiguió asistir a las Cortes reunidas en Cádiz en 1812, desde donde le envió el nombramiento de obispo de Huamanga.
En su época de rector interino del Seminario, contará con el apoyo del prelado diocesano, D. Bartolomé María de las Heras, a quien recibió en Ica a su llegada al Perú, el que había visitado el Seminario en abril de 1810, brindándole su apoyo incondicional. Elocuente testigo es el inventario de su donación de libros para la Biblioteca. Vuelto a España, redactó a ruegos del Nuncio en Madrid, un Informe sobre el estado de la arquidiócesis, dirigido a su Santidad Pío VII, y en el que recuerda con afecto al Seminario:
"Fundó el Señor Santo Toribio el Seminario Conciliar; estableció en él una arreglada constitución, mas, habiendo variado muchas cosas en el discurso de los siglos, en la visita que hice se alteraron algunos artículos y se formó un nuevo método de estudios que la experiencia ha acreditado en sus buenos efectos: florecen las ciencias sagradas en esta casa y los ejercicios y tesis (sic) públicas de los Seminaristas admiran a los literatos: hay de 70 a 80 alumnos, con el competente número de pasantes, maestros y catedráticos: la mayor parte de los instruidos que se ven en la diócesis son hijos de este Colegio: siempre han vivido con una buena conducta hasta que por los años 20 y 21 principiaron a extraviarse con la cercanía y entrada del General San Martín y con las máximas de libertad e independencia que inflamaron sus espíritus... "[3].
Le tocó actuar en relación con las reformas introducidas por el Arzobispado en el Reglamento y que provocó la protesta de los seminaristas. Éstos presentaron un escrito respetuoso pidiendo ser escuchados. Las Heras pidió informe al Rector y éste respondió el 8 de Mayo de 1811 manteniendo la disposición anterior de salir a sus casas los días festivos a las 9.00 am. y no sólo por la tarde como se pretendía; debería hacerlo, además, en traje talar y llevando compañero.
Desde la reforma de los estudios, decretada por el Virrey Amat y la extinción de los Colegios de San Martín y de San Felipe, el Seminario se dividió con el Convictorio Carolino a los jóvenes estudiantes que encontrarán en sus aulas la satisfacción de sus anhelos de compromiso intelectual con la Patria. Fue el caso de D. Vicente Morales Duárez, Presidente de las Cortes de Cádiz. Cuando de forma repentina muere en aquella ciudad, se le rindieron los honores correspondientes.
Conocemos también para esta fecha un certificado de la jura de la Constitución Política de la Monarquía Española de 1812, firmada por Silva como rector y obispo electo de Huamanga, así como Juan Manuel Nocheto, vicerrector y secretario:
En este Real Colegio Seminario del Sr. Santo Toribio hoy 4 de octubre de 1812, habiéndose recibido por conducto del Ilmo. Sr. Arzobispo de esta metrópoli Dr. Bartolomé María de las Heras, nuestro dignísimo prelado, un oficio del Excmo. Sr. Ministro de Gracia y Justicia acompañado de la Constitución Política de la Monarquía Española sancionada por las cortes generales y extraordinarias de la nación y Reales Ordenes de 18 de marzo sobre su publicación y forma con que debe ejecutarse el juramento para su observancia, se tocó la campana de uso y costumbre para la congregación de los alumnos y juntos en la capilla interior de este Real Colegio se leyó íntegra la constitución con los referidos Reales Decretos y puestos todos de rodillas y teniendo delante una imagen de Cristo Crucificado y el libro de los Santos Evangelios se les hizo hacer le juramento en la forma prevenida: "¿Juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar la constitución política de la Monarquía Española sancionada por las Cortes Generales y extraordinarias de la nación y ser fieles al Rey? Respondieron todos los concurrentes: "Sí, juramos". Concluido este acto y hecha un breve exhortación para su observancia se entonó el cántico Te Deum Laudamus, celebrándose después una Misa solemne de acción de gracias. Y el Ilmo. Sr. Rector de este colegio Dr. D. José de Silva y Olave, obispo electo de la diócesis de Huamanga, ordenó se extendiese por acta en los libros y que se sacasen 3 copias autorizadas para dar cuenta con ellas de lo actuado y lo firmó de su mano de que certifico. José Vicente, Obispo electo de Huamanga. Vicerrector y Secretario: Juan Manuel Nocheto[4].
Un sobrino suyo fue el sacerdote José Ignacio Moreno, célebre Arcediano de Lima y, sin duda alguna, el escritor más eminente que poseyó esta Iglesia y cuya obra sobre la Supremacía del Papa, editada varias veces, llamó la atención aun en los centros intelectuales de Europa. Moreno vino a Lima muy joven traído por su tío Silva y Olave, con cuyo patrocinio pudo emprender sus estudios.
Como indicamos, el 22 de febrero de 1812 D. José Silva fue electo Obispo de Huamanga, razón por la cual se puso en viaje a Lima, a fin de consagrarse. Salió a su diócesis en 1814 aún sin consagrarse, parece que en mitad del viaje se enteró de la interrupción de los caminos debido a la revolución de los patriotas independentistas encabezados por Manuel Hurtado de Mendoza, que ocupaba Huamanga. Hemos visto que Silva era conciliador, pacifista pero declarado realista y fiel al monarca Fernando VII por lo que decidió regresar a Lima. En tales ajetreos pasaron dos años hasta que le sorprendió la muerte en la pequeña población de Ninabamba el 26 de octubre de l816, a los sesenta y nueve años de edad, sin haber tomado posesión de su jurisdicción episcopal.
P.D. Agradezco el generoso envío de la foto por parte del P. Martín Laurente
[1] TAURO DEL PINO, Alberto "Rectores de la Universidad Mayor de San Marcos en el siglo XIX Separata de la Revista SAN MARCOS, No. 18. Lima, 1977
[2] «El Excelentísimo Señor Doctor Don José de Silva y Olave, Diputado de Virreynato del Peru, a la ciudad de Quito.» https://repository.duke.edu/dc/broadsides/bdspe23049
[3] Pedro Leturia Relaciones entre la Santa Sede e Hispanoamérica II, p.206, Roma 1960.
[4]Libro en que se sientan las partidas de los colegiales recibidos en este Real Colegio de Santo Toribio y sus actuaciones Año de 1800. p.172 . AAL, Causas del Seminario. V:68