Ya es habitual la imagen de esos aviones no tripulados que tienen múltiples funciones y materializan aquella imagen de ciencia ficción según la cual hacia el año 2.000 ya no habría vehículos de cuatro ruedas circulando por las calles sino artefactos voladores.
Uno de los usos más frecuentes es el militar, sustituyendo a los soldados en tierra. Parece que el Pentágono hace suyo el lema: “Donde se ponga un buen dron que se quite un batallón”. El problema es que a veces los datos del objetivo son erróneos y bombardean a inocentes, mostrando lo peor de la guerra. Pero normalmente son usados con eficacia; que se lo digan a Al Mansur, el último jefe talibán abatido por uno de ellos.