Revista Coaching

Duda de lo que quieras, pero nunca de ti mismo

Por Vivaconproposito

Aceptarnos y querernos tal y como somos, es una de las tareas más útiles en la que nos podamos empeñar. Aunque parezca difícil de creer, hay mucha gente que no se quiere así misma porque en vez de fijarse en sus cualidades, en sus virtudes, en lo que saben hacer bien y para lo que están dotados, se fijan más en aquello de lo que carecen y para lo que no tienen especial pericia o habilidad. Y todo ello por comparación claro y sin tener en cuenta que cuando nos comparamos, acabamos encontrando siempre alguien mejor.
 

Bueno, me voy a poner didáctico para explicarlo y nada mejor que una fábula. Quiero recordar, que en las fábulas todo es posible. No se trata tanto de que el relato sea absolutamente fidedigno y creíble, sino que lo que importa de verdad es la utilidad de su conclusión o moraleja: . Resulta que un inhóspito pueblo chino, un porteador de agua se ganaba la vida acarreando el líquido en un incesante ir y venir desde un arroyo distante, hasta el pueblo. Para ello, disponía de dos grandes vasijas de barro. Una de las vasijas era perfecta para la misión y sin embargo la otra poseía diversas grietas que hacían aparentemente inútil su uso. La vasija impecable conservaba toda el agua, mientras que la otra perdía la mitad de su contenido en el tránsito del arroyo al pueblo.

Durante dos años esto fue siempre así. La vasija perfecta estaba orgullosa de sus logros (es una fábula recuerdo y en ellas los objetos o los animales tienen vida propia) y la vasija agrietada estaba avergonzada de su propia imperfección y se sentía poco menos que miserable, al poder cumplir sólo con la mitad de su trabajo.

Así que el cántaro agrietado decidió hablar un día con el aguador para trasladarle su consternación: “Estoy avergonzado y quiero disculparme contigo porque debido a mis grietas, solo puedes entregar la mitad de mi carga y así, solo obtienes también la mitad del valor que deberías recibir.

El aguador le respondió: “Cuando regresemos al pueblo quiero que te vayas fijando en las hermosas flores que crecen a lo largo del camino”. Así lo hizo y efectivamente, pudo ver muchas flores espléndidas en las que nunca por cierto había reparado, pero aún así la vasija se sentía desconsolada.

El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sido consciente de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas por donde pasas al volver desde el arroyo y todos los días las has ido regando. Si no fueras exactamente tal y como eres, con lo que tú piensas que sólo son defectos e imperfecciones, no hubiera sido posible crear toda esta belleza”.
Reflexión final: Siempre podemos ser mejores, peores o regulares si establecemos comparaciones con otros, pero eso nunca cambiará el hecho de que seamos únicos y que no haya nadie en el mundo exactamente igual a nosotros. ¿No te vale ser único entre 6.200 millones de seres humanos?


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