Dudar: ¿para qué?

La verdad os hará libres. La anterior es una afirmación tomada del evangelio atribuido a Juan, capítulo ocho, versículo treinta y dos. Es cierto que la ausencia de ignorancia es una vía en pro de la libertad pero se deduce, al menos exegéticamente [interpretación], que la verdad y libertad a la que se refiere el autor son tanto a la doctrina de Jesucristo como a la recompensa por vivir en ausencia de pecado; hoy en día la frase tiene usos y tintes más seculares.
Para llegar a la verdad es necesario dudar. Jorge Luis Borges [escritor argentino] decía que la duda es uno de los nombres de la inteligencia pero para lograr despejar las interrogantes se tiene que investigar ya que si preguntamos pero esperamos que las respuestas vengan éstas nunca llegarán. 

Se alega que el siglo veintiuno alberga una sociedad secular y que acoge a una población falta de moral y ética, egocéntrica, consumista y con un largo y negativo etcétera así, de la misma manera, vivimos en un mundo que pese a ser globalizado y con fácil acceso a la información es cómodo, flojo y perezoso en su afán de conservar la inteligencia: esa capacidad de asombro natural del hombre potencializada con el hambre del conocer el por qué de las cosas y que es innato en los niños pequeños y sus eternos por qués. 
Francis Bacon decía que el conocimiento es poder y tiene razón; es verdad, o al menos en parte, que quien sabe suele ser por lo regular quien manda [aunque la corrupción suele rotar los roles] pero el filósofo inglés tenía que haber agregado a su célebre pensamiento que quien sabe [o intenta saber] es visto o con miedo o como un bicho raro.
Ver a un tipo con un libro bajo el brazo suele ser un buen augurio: es una persona inquieta y curiosa. Por lo regular estos individuos prefieren la soledad [son medio a sociales] pero disfrutan de las letras y la información; experimentan la necesidad de querer conocer y su satisfacción o alegría se basa en reafirmar un conocimiento o descubrir algo nuevo. Quizá sea por la frase de Francis pero suelen ser vistos como inusuales o como alguien de quién cuidarse.
Pero ser lector no es sinónimo de ser sabio sino únicamente de alguien que pretende alcanzar una parte, insignificante de hecho, del mucho o poco conocimiento que tiene la humanidad sobre el todo. Cuando ese alguien conoce algo nuevo se da cuenta de lo mucho que le queda por conocer; resolver una duda conduce a diez más pero eso es lo hermoso de dudar ya que creer es muy monótono mientras que la duda es apasionante [así lo creía Oscar Wilde].

De más está decir que alguien enamorado del conocimiento no es una persona de cuidado ya que no busca dominar o poder sino saber; tanto porque es más gratificante como una experiencia que una vez que se opta por ella se convierte en adicción.

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