Está claro que en Cataluña todo el ámbito educativo es desde hace tiempo un reducto de separatismo furibundo. Mal está que arrinconen el castellano como lengua oficial, que adoctrinen, que vistan con esteladas a niños en guarderías, que falsifiquen de la Historia, pero humillar a unos adolescentes en clase, ante sus compañeros, por ser hijos de guardias civiles es una canallada que supera todo lo tolerable.
En el juicio que se celebre la sentencia tendrá que ser ejemplar para fijar posiciones racionales y éticas que, por ello, han de tener protección judicial.
Estos profesores cobardes y fanatizados no deberían pisar nunca más un aula. Hay comportamientos que no pueden permitirse, que exigen una severa corrección.
La Fiscalía ha cumplido, a ver qué decisión adopta el juez.
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