Escritura, espadas y oro que surgen de la nada. Spinoza y Voltaire se cuentan entre los primeros pensadores que expresaron dudas sobre la historicidad del Éxodo. Voltaire hizo notar problemas con la escritura del Pentateuco, atribuido en su época a Moisés: un pueblo esclavo es analfabeto, sobre todo si era esclavo en Egipto, donde solo una élite sabía leer y escribir. No tenía sentido que Moisés les escribiera una ley en egipcio -su idioma materno- a un pueblo que no podía leerla. No pudo escribirla en hebreo, idioma que no existía aún y, aunque existiera, los esclavos confinados en el país no podían entender una escritura que les era extraña. Hoy algunos estudiosos plantean que el Éxodo fue escrito en protocananeo, una simplificación de los jeroglíficos egipcios de la que derivó el alfabeto fenicio. Pero Moisés no pudo dominarlo porque según el mismo Éxodo nunca entró en la tierra prometida, la de Canaán.
Otros detalles muestran que el Éxodo fue un relato escrito muchos siglos después de Moisés, casi seguramente pasado el exilio de Babilonia. Por ejemplo, Éxodo 12:37 dice: los israelitas partieron de Rameses (la ciudad de Ramsés, pero este faraón no pudo ser el del Éxodo porque murió de viejo, no en el mar Rojo, y jamás perdió a su primogénito sino que lo nombró general) hacia Sucot; eran unos 600.000 los que iban a pie, sin contar a los niños (otras traducciones dicen: sin contar mujeres y niños). Éxodo 14:7 dice que el faraón los persiguió con 600 carros de guerra, apenas un carro por cada 1000 hombres hebreos. Uno podría pensar que los israelíes huyen porque están desarmados. Era lógico que los esclavos no tuvieran armas propias y los egipcios no se las iban a dar. Pero poco después, los hebreos enfrentan a los amalecitas, Ex. 17: 13 dice: “Y Josué derrotó a los amalecitas y su ejército a golpe de espada”. Eso antes de tres meses de haber salido de Egipto, porque en ese momento Moisés acampa frente al Sinaí. Viene la entrega de las tablas de la ley, la adoración del becerro de oro y Moisés, furioso, en 32:27 ordena que cada uno se arme con su espada y ejecute a los culpables. ¿De dónde salieron las espadas para luchar contra los amalecitas y ejecutar a los adoradores del becerro? Hablando del becerro, fue fabricado con el oro que los israelitas habían sacado de Egipto. Moisés lo hizo polvo, lo mezcló con agua e hizo que los israelitas se lo bebieran. Eran más de un millón de personas, no sé de dónde sacó Moisés tanta agua en un desierto. Aarón reconoce que él hizo el becerro. En Ex. 33:24 dice: “Yo les respondí, quien tenga oro que me lo entregue, entonces lo eché al fuego y salió este becerro”. Por tanto, los israelitas ya no tienen oro. Pero Éxodo 37 se inicia diciendo: “Belasel fabricó el arca con madera de acacia… la recubrió de oro puro por dentro y por fuera y la rodeó de una moldura del mismo metal. Hizo cuatro argollas de oro, recubrió las varas de madera de acacia con oro, modeló dos querubines de oro, fabricó una mesa y un candelabro, los recubrió de oro puro, también fabricó los utensilios para la mesa: platos, copas y cálices para la libación, todo de oro puro, incluso fabricó siete lámparas de oro puro, las tijeras para cortar las mechas y sus platillos”. Éxodo 37:24 agrega: “Para hacer el candelabro y todos sus utensilios empleó 35 kilos de oro puro” (su equivalente en aquella época solo para el candelabro y sus utensilios, hay que ver lo que se necesitó para cubrir el arca y hacer los querubines). Esta cantidad de oro parece haber surgido de la nada, al igual que las espadas y la escritura hebrea en esa época. De la nada también salieron las maderas de acacia con que se fabricó el arca, el abundante lino y el aceite. Todo eso en un desierto en el que no contaban con agua suficiente.
Como complemento, una revista española de arqueología (Conec) dice: “…la mayor parte del oro egipcio procedía de la explotación del oro primario en minas donde, en el mejor de los casos, la media ronda los 30 gramos de oro por tonelada de material trabajado, si bien en muchos lugares esta relación se reduce a 1-10 gramos de oro por tonelada de material, cifras que dan una idea real del coste de su obtención”… “El agua era, sin duda, una de las principales preocupaciones de las expediciones mineras. No sólo porque era necesaria para el consumo humano y animal, sino porque también era imprescindible para el lavado del mineral pulverizado y la decantación del oro. Los egipcios excavaron profundos pozos para acceder al agua en el desierto. Muchos fueron utilizados durante siglos”. Según el Éxodo, en la construcción del tabernáculo y el arca se emplearon más de 29 talentos de oro, con un peso de 34 kilos cada uno, eso da 986 kilos de oro, casi una tonelada. Para extraer una tonelada de oro, a 30 gramos por tonelada de material removido, era preciso trabajar 32866 toneladas de arena o tierra. Todo eso sin contar la plata, el bronce y las enormes cantidades de agua requeridas, así como el derribo de acacias y el ingente esfuerzo de carpintería y orfebrería, empezando por la fabricación de las hachas para derribar las acacias y las herramientas para trabajar los metales, que parecen haber surgido también de la nada.