En este su primer largometraje (1971), un aún desconocido Steven Spielberg ya deja ver el gran narrador visual en el que poco a poco, y de manera sostenida, se consolidaría. Sólo un arriesgado contador de historias podría valerse de una anécdota de carretera en la que un desprevenido conductor adelanta a un camionero, para contar esta terrorífica road movie tipo David y Goliath, en la que el solitario protagonista (Dennis Weaver) vive una pesadilla mientras atraviesa una zona del país intentando consolidar un negocio. El film basado en un relato del muy adaptado al cine Richard Matheson (Soy Leyenda, La Caja, El increíble hombre menguante), mantiene la atención hasta el final, gracias a una narración que se vale en primer lugar, del destacado monólogo del protagonista que pasa del desconcierto al miedo y luego a la decisión. En segundo lugar una acertada edición que mantiene el ritmo y el suspenso, en cada paraje y lugar en la que el psicópata camionero en un su mole mecánica y contaminante, intenta aplastar y eliminar al aburrido hombre de familia y agente viajero que pasa de temer a incumplir su agenda, a no salir vivo de ese fortuito encuentro, mientras conduce su "pequeño" Plymouth Valiant.La dirección de arte se encarga de ubicar al par de conductores en una zona desértica y desolada, nada hay entre el atacante y su presa, sólo el uno al otro. El Plymouyh rojo al lado del camión cisterna viejo, oxidado y con un pito ensordecedor y una chimenea por exhosto, son las cartas jugadas. Lo que pase, se escapa de la lógica. Buen debut para un futuro poderoso de la industria del cine. Todavía John Williams no está a su lado musicalizando.