Revista Maternidad

Duelo de titanes

Por Lamadretigre

Duelo de titanesHe tocado fondo. No se puede caer más bajo en el abismo de la maternidad. Y la culpa es vuestra. Será la pajita. Olvídate, qué mas da el medio litro de lácteos. La culpa es de la leche de vaca que no reacciona bien con el sobado pasiego. Teta, tú dale teta. Pues no, no es la pajita, ni la leche, ni el medio litro, ni la teta. Es la niña. La Tercera. Ella y nadie más. En mal momento se me ocurrió ayer leer el post de Nuestro Diario Embarazo y Familia. Por lo visto las madres fetén lo hacen todo dialogando porque amenazar no funciona. ¿No te has enterado que la disciplina ya no se lleva?

Una que quiere ser buena madre toma nota. Y se esfuerza. Y ayer después de sacar mis miserias mañaneras a airear me quedé muy pensativa. Tienes que cambiar de estrategia me dije. A partir de ahora que no se diga que no eres una madre dialogante y compresiva a la par que crafty y estilosa. Que por cierto, ya que estamos, una de bajar el estándar de la buena madre que ni para ser astrofísico sénior en la NASA hay que dominar tantas áreas de conocimiento.

Hoy me he levantado inspirada. Decidida. Pletórica. El Marido que se ha olido el percal se ha sacado de la manga una reunión en Düsseldorf para salir de casa antes del desayuno. Como muestra de mi buena voluntad les he hecho el colacao con espuma, un manjar que en esta casa se reserva para cumpleaños pares y fiestas de guardar. A tanto entusiasmo La Tercera me ha respondido con un contundente no quiero yugur cacao poco quiero. Bonito día para empezar a conjugar verbos.

Yo muy dialogante le he explicado con una sonrisa que no era espejo del alma que si quería ir al cole primero tenía que desayunar y tomarse el colacao para estar fuerte y sana y tener energía para jugar y tocarle las narices a otra. Ella que el diálogo lo domina ha dicho cacao no quiero yo jugar cole. Y así infinitas veces mientras las demás seguíamos a lo nuestro avanzando con la rutina diaria.

Por fín ha llegado la hora impepinable de irnos al colegio. La Tercera seguía impasible frente al colacao intacto. Armada con toda la razón que le da a una el dialogar las he subido a todas al coche y a ella en pijama con un muy dialogante no te has acabado el colacao ergo no vas al cole. Silencio sepulcral.  Hemos dejado a La Primera y me disponía a dejar a La Segunda cuando me ha entrado la vergüenza torera de verme explicándole a la seño alemana que la niña, que por cierto va en pijama y descalza, no se va a quedar porque no se ha acabado el colacao. Vergüenza y miedo que aquí se ponen al habla con los servicios sociales por menos de nada. Presa de la desesperación hemos vuelto a dialogar. ¿Quieres ir al cole? Sí. ¿Te vas a portar bien? Sí. ¿Qué se dice a mamá? Perdón. ¿Te vas a tomar el colacao? No.

En estas me he visto, reducida al absurdo más absoluto, cuando he decidido ponerme el diálogo por montera. Con las mismas me he vuelto a casa. Con La Cuarta, La Segunda y La Tercera. Una mirada asesina me ha bastado para darle a entender que nuestros días de diálogo habían llegado a su fin. Le ha faltado tiempo para tomarse el colacao. Entero. Con pajita.  La he vestido, peinado y lavado los dientes. Y nos hemos ido, ahora sí, al cole. La Segunda, La Tercera, La Cuarta y yo.


Filed under: Domesticación de las fieras y otras tareas imposibles Tagged: Alimentación, Educación, El Marido, Hijos, La Tercera, Madres, Salud
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