Tras la repetidas derrotas británicas en el Norte de África, que llevaron a las destituciones de los generales Wavell y Auchinleck, el Primer Ministro Winston Churchill un general de carácter intrépido para hacer frente al mito, cada vez mayor que representa Erwin Rommel, "El Zorro del Desierto", tanto entre las tropas alemanas como entre las británicas. Un veterano general de la Primera Guerra Mundial, que luchó en el Somme, el polémico Bernard Law Montgomery, sería el elegido para luchar contra el Zorro del Desierto.
El legendario duelo entre Rommel y Montgomert, que se convertiría en un enfrentamiento personal, ha sido, sin duda alguna, más fruto de la propaganda de guerra tanto alemana como inglesa, mas que un duelo real entre ambos.
Rommel, sabiendo de la aplastante superioridad británica, supo, haciendo gala de una excelente capacidad táctica y de maniobra que caracterizó sus acciones militares, suplir esa deficiencia táctica con todo tipo de trucos y argucias, que rozaban la truhanería.
La figura del Zorro del Desierto ha despertado siempre evidentes simpatías, en ambos bando en conflicto, aunque entre los oficiales italianos no era muy bien visto, muy posiblemente por sus críticas hacia las tropas de Mussolini.
El perfil psicológico de Rommel es complejo. Considerado como un gran maniobrero, era mejor con la estrategia que con la logística y era un oficial cercano a sus hombres. Los mandos italianos consideraban que tenía mucho coraje, pero poco cerebro y Churchill lo definió como "un gran general", lo que causó gran alboroto en la Cámara de los Comunes.
Respecto a su rival, Montogomery, demostró en el desierto unas capacidades estratégicas y tácticas muy destacables, aunque la batalla de El Alamein fue ganada, en realidad, por la potencia industrial de los aliados, de la que tan falto estaban las tropas del Afrika Corps de Rommel.
Soberbio, inflexible y bastante ácido en sus criticas tanto a aliados como enemigos le otorgó cierto aire de egocentrismo. Muy posiblemente su responsabilidad en el desastre de Arnhem, durante Market Garden, fue consecuencia de su afán de protagonismo.
Tocado con su eterna boina negra australiana (no reglamentaria) y un uniforme diseñado por el mismo, le daba una aire extravagante, muy británico, que provocaba las bromas entre sus soldados. Se encerraba en su caravana, que fue capturada a los italianos en el desierto, con la foto de Rommel colgada en la pared, para poder mirar cara a cara a su duro rival.
En la batalla de El Alamein se enfrentaron dos personalidades contrapuestas. Un Rommel cansado y enfermo, abatido por la incomprensión de Hitler (a pesar de que realmente lo apreciara), luchando siempre a la defensiva con pocos recursos materiales y humanos, contra un Montgomery optimista, siempre a la ofensiva y con un ejército bien equipado.
Tras la campaña de África se volvieron a encontrar en Normandía cuando los aliados desembarcaron el 6 de junio de 1944.
Ambos fueron en realidad los dos últimos caballeros guerreros en el campo de batalla, que, si se hubieran conocido, quizás hubieran sido buenos amigos, pero que la guerra los colocó en bandos opuestos.
Los dos tuvieron finales muy diferentes. Rommel se suicidó en 1944 por las acusaciones de intentar matar a Hitler en el atentado perpetrado por el coronel Claus von Stauffenberg y Montgomery fallecido en 1976.
Para saber más:
Monty y Rommel, de Peter Caddick-Adams
Grandes jefes militares, de Bernard Michal
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